Me enorgullece haber sido amigo de Eddy Ortiz. Eddy era un ser especial, un personaje muy conocido y querido en Campechuela. Falleció hace ya más de seis años y era el padre de nuestro amigo Eddy Martin -no el comentarista deportivo-.
En los años finales de la década del 70 y principios del 80, yo era un joven fiestero y jodedor, como cualquier cubano. Cada domingo al mediodía, nos reuníamos con las novias de turno en El Merendero, donde el grupo Sangre Joven (el grupo de Los Moros, como era conocido) y la Orquesta Típica de Campechuela, amenizaban las tardes de matiné. En aquella etapa, no sé ahora por qué razón, yo era el conductor principal de Verano en la Calle, versión publerina del programa televisivo Para Bailar, muy de moda en aquella época.
Zona de El Merendero. |
En aquellos años, el grupo de amigos estaba formado, entre otros, por Rafael Aguiar “Chichi”, Guillermo Grimón “Guille”, Eddy Martin, Norberto Sotelo, “Pirolito” y yo. La mayoría de nosotros era estudiante y no teníamos dinero para comprar una botella de ron, así que acudíamos al barrio La Marina, donde se vendía el mejor azuquín, mata rata, escupe lejos, salta pa'tras, hueso de tigre, caguín o como quiera llamársele, del pueblo y cuya botella costaba cinco pesos. Le echábamos un poco de jugo de limón y a beber.
Cada vez que Eddy Ortiz –a quien cariñosamente y por sobradas razones, le
decíamos Padrino- nos veía tomando semejante porquería, nos quitaba la botella,
botaba el contenido, mandaba a comprar dos o tres botellas de Havana Club añejo
y cuando llegaban, de un solo trago se bebía la mitad de una, se largaba -no sin antes decirnos sonriente "pórtense bien", dejándonos el resto del ron. Nunca más he visto a nadie hacer eso.
En otras ocasiones, cuando nos veía con alguna novia en
una fiesta y boquisecos, nos llamaba aparte y nos metía diez o veinte pesos en
el bolsillo. El día 31 de diciembre de cada año, que todos pasábamos en su
casa, sacaba una libretica y delante de todos decía: “Fulano de tal, me debes
cien pesos. Esta deuda te la voy a perdonar, pero el próximo año no quiero que
me pidas nada más…” Nos ponía roja la cara, delante de la novia. La
historia se repetía, año tras año.
La última vez que vi a Eddy Ortiz, fue en el año 2000. Yo era el subdirector residente del Hotel Tryp Cayo Coco, en Ciego de
Avila y lo invité a pasarse un domingo en el hotel, pues él estaba de visita en
casa de Guille Grimón, en la Isla de Turiguanó. A media tarde, cuando terminé
de trabajar, nos fuimos los tres –Guille, Eddy y yo- a mi habitación y allí le
pedí que hiciera lo mismo que veinte años atrás; poniendo en sus manos una
botella de ron Havana Club 15 años. La miró por todos lados, como mira a una novia un hombre enamorado, la empinó, pero en aquella ocasión sólo logró tomarse -de un trago- un cuarto de la botella. Cuando terminó, se sonrió con esa sonrisa
pícara que lo caracterizaba y me dijo:
- Ramoncito, el tiempo no pasa por gusto. Ya soy un
viejo cagalitroso.
Lo abracé y le respondí:
- Padrino, yo sólo quería revivir ese lindo recuerdo de mi juventud.
Desafortunadamente, apenas cinco años después se nos fue
Eddy Ortiz, víctima de un infarto, pero para nosotros, fue y seguirá siendo siempre, nuestro Padrino.
=== FIN ===