28 agosto, 2011

Vivir ciento veinte años.

A la memoria de Isidoro Rodriguez, cuentero como el que más.


Vito Corleone. Film El Padrino.
Aunque no vivía en el barrio; Isidoro Rodríguez era una figura singular. Cuando asistía a las tertulias, nos narraba historias sorprendentes. Tenía más de sesenta años y aunque nunca habló del tema, estoy convencido que Mario Puzo compartió con él varias copas en algún oscuro bar de Manhattan y se inspiró en sus gestos y ademanes para moldear al personaje Vito Corleone: El tabaco arrimado a la comisura de los labios. Sólo abandonaba aquel sitio, mientras Isidoro conversaba; manteniéndolo prisionero entre los dedos de su mano derecha.

Nos contó una vez, que siendo capataz en el ingenio de Guayabal ocurrió un trágico accidente cuando uno de los mecánicos resbaló y cayó en los molinos. Carlín; el zapatero anotó en una libretica.

En otra ocasión; narró una tremenda reyerta entre un borracho jaranero y un policía abusador, cuando trabajaba en un bar de Jovellanos. Carlín sonrió y apuntó en su libreta.

Isidoro relató una tarde; la historia de una hermosa dama de sociedad que lo confundió con un millonario; mientras laboraba como croupier en un casino de Marianao. Carlín escribió en su libretica.

25 agosto, 2011

El portero.

A: Nabil El Masri. Un libanés tan cubano como tú y como yo.


Yoly y Nabil El Masri, en Morón
Eran los meses finales del año 2010. Mi esposa Yuny y yo recibimos en nuestro apartamento, una agradable visita: su hermana, el esposo de ésta y un amigo de ambos: Nabil El Masri; un libanés tan cubano como usted y como yo, que vive en Dubai. Llegaron desde La Habana para visitar a la familia y a pasar tres días de vacaciones en Morón y Pina.

Como buenos anfitriones que somos, al terminar la cena, invitamos a nuestros huéspedes a salir, para mostrarles la ciudad. Después visitar el monumento al Gallo, la Terminal de trenes y el parque Martí, poco quedaba a esa hora que mostrar y se me ocurrió una excelente idea: llevarlos a la Casa de la Trova. Como yo conducía un jeep del trabajo, con chapa azul – una calabacita, porque hay que parquear antes de que anochezca- lo dejé parqueado en el hospital y todos nos fuimos caminando hasta la Trova.

Andrés, Yoly y Nabil, en Pina
El portero de la Casa de la Trova de Morón es conocido por su apodo: El Chino. Vive en una casona colonial de la calle Narciso López, casi esquina a Libertad. Por el día ejerce como zapatero remendón en el portal de su vivienda y por las noches, es portero y mesero en aquel sitio, donde se reúne cada noche más de un centenar de personas para disfrutar de la buena música cubana. Como en Cuba a los extranjeros se les cobra en divisa la entrada a cines, museos y espectáculos, le habíamos dicho al disciplinado Nabil, que bajo ningún concepto podía hablar cuando fuésemos a entrar.

En la Casa de la Trova
En cuanto fuimos a comprar los cinco tickets, algo le pareció sospechoso al sagaz portero, acostumbrado a lidiar cada día con las más disímiles situaciones. Los rostros que vio seguramente le sugerían que había extranjeros en el grupo y comenzó a realizar preguntas indagatorias. Los cuatro cubanos contestamos todas las interrogantes del receloso portero, pero el extranjero permaneció tranquilo, inmutable. Finalmente, los que para él tenían pinta de extranjeros, al parecer por ser bien blancos -mi cuñada Yoly y su marido Andrés- tuvieron que mostrarle el carné de identidad. Pagamos las cinco entradas en moneda nacional y nos sentamos a una de las mesas. Disfrutamos por más de dos horas del excelente show y reímos a mandíbulas batientes de nuestro pírrico triunfo sobre El Chino; el portero, quien desde lejos nos miraba con recelo.

                                                                 === FIN ===



23 agosto, 2011

Dan Den.


A Eduardo Zamora.


Corría el mes de octubre de 1992. En Cuba, el periodo especial había llegado a su punto más álgido. Como dijo alguien: Ese fue el año en que se tocó fondo. Una caja de cigarros se cambiaba por cinco litros de petróleo, para  encender el fogón. Unos "inventaron" el picadillo de cáscara de plátano macho, mientras otros vendían bistecs de colcha de trapear.

Recién comenzaba yo como especialista informático en la Gerencia Regional de Cubanacán en Ciego de Avila. Una mañana, después de viajar encima de un MAZ-500 cargado de arena artificial del molino de Chambas, fui llamado a la oficina de Paquito Herrera, a la sazón Gerente Regional de Cubanacán. Me comunicó Paquito, que debía preparar los papeles para sacar un pasaporte, pues debía viajar a México, junto al ingeniero Eduardo Zamora, jefe del grupo inversionista que construía el Hotel Guitart; el primer hotel que se construyó en el destino turístico Jardines del Rey. Debían comprarse las cuatro enfriadoras del hotel, así como el equipamiento de control y el software necesario para el aire acondicionado y las luces y era necesaria mi presencia en México. Aquella fue una agradable sorpresa. Por primera vez viajaría al extranjero. ¡En pleno período especial!

21 agosto, 2011

Cerveza fría.


A Joel y Ernesto García Palmo.


Era una soleada mañana de 1994. Joel García Palmo y yo, regresábamos a Morón de un fructífero viaje a Cunagua. Yo conducía un Mitsubishi L-300, que los cubanos conocemos como panelito.

Era la época en que un dólar valía 120 pesos. Ya hacía tres años que vivía en Morón y no tenía refrigerador. Ese día nos levantamos bien temprano y le compramos la caja de un refrigerador Minsk a una señora de Cunagua, por 150 pesos cubanos. Aquello no tenía ni congelador, ni compresor; nada. Era sólo la caja, que servía de refugio a dos nidos de gallinas.

Joel siempre ha sido muy emprendedor y me había dicho unos días antes:


-  Ya verás lo que haremos: vamos a Cunagua y a Violeta, compramos una caja de medio palo y yo me encargo de conseguir lo que falte. Antes que se acabe este año; tú tendrás refrigerador.

Aquella mañana; de regreso a Morón, yo realmente no estaba muy convencido de que aquello tuviera solución, pero si Joel me iba a ayudar, el sabría cómo resolverlo.

Chevrolet del año 1953
Cuando entramos a Morón y pasando frente al parqueo del Hospital Roberto Rodríguez, Joel vio el auto de su hermano menor en el parqueo. Era un chevrolet del año 53.  Joel se preocupó y me dijo:
-        
-          -  Entra ahí; que parece que hay alguien enfermo en la familia. Mira la máquina de Ernesto.

Entramos y parqueamos justo en la valla al lado del chevrolet. Muy preocupado, Joel preguntó:
-          
-     - Che ¿pasa algo?

Ernesto, con la mayor tranquilidad del mundo y sonriente le respondió:

-       -  No pasa ná. Es que este es el único lugar de Morón, donde uno puede tomarse un par de laguer frías, sin que se pegue un sapo…

Efectivamente; sentados en los asientos delanteros: Ernesto y su amigo, cada uno, con una Cristal en la mano y en el piso trasero del auto, una nevera repleta de cervezas frías. 

... y se les pegaron dos sapos.


                                                                 === FIN ===

19 agosto, 2011

Sentados a la misma mesa.

A la memoria de Oscarito García.

Oscar Garcia (a la derecha)
¿Quién no conocía a Oscar García, en Morón? Falleció hace  dos años. Oscarito -como lo conocíamos- era un personaje muy querido en la ciudad y su círculo de amistades era tan amplio que en él cabía el presidente del gobierno municipal, el mirahueco de la esquina, el gerente de un hotel de Cayo Coco y el cura de la iglesia. En el patio de su vivienda tenía una peña de boleros. En el portón, un cartel rezaba: Peña del Bolero de Luis Gardey, Pío Leyva y El Greco.

Pío Leyva
Me consta que esos famosos artistas actuaban allí -en casa de Oscarito- cuando iban a Morón. En varias ocasiones disfruté de sus actuaciones. Eran tertulias salpicadas de ron añejo, whisky comprado por la izquierda, congrí, tostones y alguna pierna de cerdo, que Edel preparaba exquisitamente. Las peñas comenzaban pasadas las nueve de la noche y no tenían para cuando acabar.


Esta historia ocurrió en el año 2002. Eran los días finales del año y por doquier se respiraba un ambiente de festividad. Como tantas veces, un heterogéneo grupo de amigos, conocidos y pegados, disfrutábamos de las noches de peña en el patio de Oscarito.


Mary Ferrer se refrescaba en la pequeña piscina, mientras José Enrique Castro; Presidente del Poder Popular, bailaba con su esposa Juanita algún que otro bolero. Yo conversé aquella noche un largo rato con mi amigo Emilio Machado, ex compañero en el Hotel Tryp Cayo Coco, que reside en Canadá y a quien no veía desde su partida.

Oscarito era un excelente anfitrión. Siempre sonriente, atendía el más mínimo detalle de la fiesta y su buen sentido del humor se manifestaba en todo lo que decía. En una mano el vaso de whisky y en los labios, el perenne cigarro.

Raúl Rivero
Nos sentamos a la enorme mesa del patio. Éramos unas treinta personas. Un trío amenizaba la velada. Cuando nos disponíamos a cenar, Oscarito golpeó varias veces el vaso con el tenedor y todos dirigimos la mirada al anfitrión. Se levantó de su silla y alzando el vaso de whisky, expresó:

17 agosto, 2011

Las razones de mi decisión.


Richard De Vos -uno de los dos fundadores de la compañía en 1959- dijo un día, que su meta en la vida era hacer de Amway, la mejor oportunidad de negocio del mundo y ... ¡lo logró!


Apenas una semana después de salir de Cuba, dos amigos me recomendaron este website (www.amway.comy me bastaron tres horas de lectura para comprender por qué ésta es la mejor oportunidad de negocio del mundo. 


Quiero compartir contigo las razones que me llevaron a tomar la más importante decisión de mi vida: Asociarme a Amway como Empresario Independiente.

1.   Salí de Cuba, buscando un mejor horizonte: Después de 23 años trabajando como profesional y como ejecutivo, me levanté una mañana y me pregunté:
- ¿Es ésto lo que me espera en los próximos 20 años?
Comprendí que mi libertad financiera no estaba allí; que tenía que buscarla en el extranjero, como uno más, entre cientos de miles de cubanos. Por ello tomé la firme decisión de emigrar, que finalmente se hizo realidad hace apenas dos meses.

2.  Trabajando como empleado, nunca lograré mis sueños: Aunque trabaje incansablemente y tenga dos o tres trabajos a la vez y dedique 18 horas diarias a trabajar, no lograré la independencia económica. Lo único que estoy haciendo es vendiendo mi talento y mi energía por un salario, para hacer más rico al dueño. Por eso, en cuanto tuve esta increíble oportunidad ante mis ojos, no dudé un instante y al siguiente día ya era socio de Amway. Es cierto que es indispensable mantener un trabajo tradicional por el momento, que me permita sufragar mis gastos, pero toda mi energía, mi esfuerzo y mi talento está enfocado en construir mi propio negocio.

3.   El mercadeo en redes de Amway es más sencillo y viable que otros negocios tradicionales: Cualquier negocio que quiera emprender, será menos rentable que éste, no sólo por los beneficios económicos que Amway reporta, sino también por las compensaciones y reconocimientos que brinda, tan vitales para la autoestima del ser humano. El negocio resulta tan sencillo, que muchas personas no lo ven, aunque se les ponga diez veces delante de sus ojos.    

4.  Aquí no tengo jefes, ni nadie que controle mí tiempo: Al asociarme con Amway, me convertí en Empresario Independiente (IBO-Independent Bussiness Owner). Soy el dueño de mi propio tiempo y hago el negocio a mi ritmo, aunque cuento con el apoyo y la colaboración de los IBOs de mi línea ascendente, quienes me asesoran, comparten sus experiencias y están al tanto de mis logros. 

5.    Este no es un negocio de ventas de productos, es un negocio de personas: El producto es sólo el vehículo que se utiliza para ayudar a las personas. Facebook es una red social. Amway es una red de consumo.
  
6.   Inversión inicial mínima: Para comenzar en este negocio se requiere de una inversión inicial casi ridícula. Para obtener mi licencia IBO invertí sólo 165 dólares, donde se incluyen un paquete de bienvenida con muestras de los productos de Amway, catálogos, un dossier para guiarme en el desarrollo del negocio y hasta una tarjeta de regalo por valor de 50 dólares. Si se compara con la inversión que se requiere para iniciar un negocio tradicional, ésto es un regalo de Dios. Con ello, tuve acceso a este lucrativo negocio, sin correr ningún riesgo, pues opero mi negocio desde mi propia casa, convirtiendo mi hogar en un sitio que genera ingresos, en lugar de gastos.

7. El mercadeo en redes es el negocio del futuro: Los estudiosos más reconocidos de la economía mundial, así lo definen. La venta en redes ha revolucionado no sólo la economía global, ha cambiado también el concepto de negocio y la forma de hacer los negocios. Hasta hace poco, la vivienda era generadora de gastos (pago de hipoteca o renta, cuentas de electricidad, agua, teléfono, gas) y el sitio donde la mayoría de las personas pasa sólo 12 horas diarias. Con el mercadeo en redes, la casa ha pasado a ser generadora de ingresos. En este negocio no se incurren en los gastos asociados a un negocio típico: alquiler de locales, electricidad, salario de empleados, agua, seguridad, licencia, seguros. Ello trae consigo que las compañías destinen una parte sustancial de estos “gastos ahorrados” a incentivar a su red de ventas o empresarios independientes.

8.     El respaldo de la infraestructura de Amway: Cuando adquirí la licencia, me convertí en IBO, con un número único que me identifica mundialmente y me permite el acceso a toda la infraestructura de la compañía. Algunos de los elementos a mi disposición son:
  •      Es una compañía privada, con más de 52 años de experiencia. Negocios en más de 85 países y más de 14,000 empleados alrededor del mundo.
  •      Ha crecido un 10% en los últimos 10 años y alcanzó ingresos superiores a los 9 billones de dólares en el año 2010, a pesar de la crisis económica global.
  •        Su sede principal, en Michigan, ocupa más de 300 acres de extensión para oficinas, investigación, producción y desarrollo.
  •            Cuenta con siete plantas de producción de la más avanzada tecnología.
  •         Posee cinco centros de distribución totalmente modernos, a lo largo y ancho de Norteamérica, sin contar los que posee en otros países.
  •      Emplea a más de 700 científicos e investigadores en sus laboratorios y su equipo de control de la calidad está formado por más de 150 especialistas.
  •         Sus productos están respaldados por más de 890 patentes en el mundo y unas 700 más, se encuentran en proceso de trámite.
  •     Cuenta con más de 450 productos exclusivos, de excelente calidad, con 180 días de garantía. La compañía es líder mundial en ventas a través de internet, de productos de salud y belleza.
  •    Nutrilite® es la marca líder mundial de vitaminas, suplementos dietéticos y minerales. Sus ingredientes son cultivados en granjas orgánicas de la propia compañía.
  •       La marca de productos para el cuidado de la piel y cosméticos Artistry®, se encuentra entre las cinco primeras de su tipo a nivel mundial.
  •        Además de sus productos exclusivos, la compañía ofrece productos de marcas de renombre internacional como Calvin Klein®, Adidas®, etc.
  •       Está asociada a más de 50 grandes compañías como Best Buy, Dell, Kmart, Office Depot y Sears. Yo me beneficio de esas asociaciones.
  •      El Centro de Servicio al Cliente emplea a 450 personas listas a brindarme apoyo en cualquier momento.


9.   Cualquier persona puede desarrollar este negocio: No importa el sexo, color de la piel, la edad, nacionalidad, nivel escolar, estatus económico o idioma. Todos podemos desarrollar este negocio, con las mismas posibilidades que el que entró hace un par de años.

16 agosto, 2011

La cubera vengada.

Era una calurosa tarde de verano del año 1976. No podía estar en la calurosa vivienda y sudando, pensaba en cómo asesinar el aburrimiento. La televisión no comenzaba su programación hasta las seis y para mayor desdicha, el radio Rodina se había hecho añicos una semana atrás, debido a una fuerte disputa entre mi preferencia por las Olimpiadas de Montreal que trasmitía Radio Rebelde y la preferencia de mi hermana por los programas de Radio Progreso. Acabábamos de cumplir el castigo que nos habían impuesto. Por mi mente pasó rauda una idea: pediré permiso para ir a pescar. 

- Está bien, pero cuando el Sol baje.

Esa fue la áspera respuesta de mi madre. Subí entonces al frondoso níspero, para vigilar al astro rey. Aquella tarde demoró una eternidad en esconderse tras las tejas del caserón de Pura Bello. Cuando por fin el patio ensombreció, tomé los cordeles y corriendo, salvé las tres cuadras que separaban al muelle, de mi casa. Logré que uno de los mellizos de Juan Luis: Alfredo o Gonzalo, no sé, porque siempre los confundí, me regalara un puñado de camarones y me senté en una de las vigas, resguardado entre dos traviesas.

Al rato; cuando el Sol amenazaba con zambullirse en las cálidas aguas del Golfo de Guacanayabo, un pez picó en el anzuelo. Tiró del cordel con todas sus fuerzas, dando inicio a un desigual combate. Luego de un minuto de forcejeo, la batalla concluyó a mi favor y en mis manos agonizaba una cubera de más de tres libras. Aquella hermosa pieza, de carne blanca y jugosa, hizo volar mi imaginación y me encontré de pronto, parado en el umbral de mi casa y alzando en mis manos una ensarta de cuberas. Disfruté con la cara de envidia de mis hermanos y la de alegría, de mi madre.

Silverio tenía entonces dieciséis años y yo; doce. Un rato después de la captura, el joven se paró a mi lado. Observó detenidamente la cubera y me alertó que podía echarse a perder, si no le sacaba las agallas y las tripas. Hizo más; me brindó su ayuda.

- Si buscas un cuchillo, te la descamo y te la preparo.

Pescados.

Cojinúa
A Chichi, Monchi, Marcelo, Leonardo y Ernesto Aguiar.


Antes de que Campechuela fuese fundado, la pesca era ya una de las principales fuentes de  alimentación de sus moradores. Innumerables familias -durante generaciones- han conseguido en el mar la dieta básica -y muchas veces única- para su sustento diario.

Chopa
Aunque hoy nos parezca insólito; a finales de los setenta, la carne de res llegaba semanalmente a todas las carnicerías del país y los huevos de gallinas envejecían en sus depósitos de cartón; tanto, que miles de ellos fueron lanzados contra las viviendas de aquellos que decidieron tomar rumbo Norte, por el puerto de El Mariel. Aún en aquella bonanza, la dieta de muchos campechuelenses estaba sincronizada al mar. Eran los tiempos en que el patao, el carajuelo, la chopa cagona, el macabí y el machuelo eran consideradas especies de séptima categoría y nadie allí había escuchado hablar de pez gato, tilapia o tenca.

Machuelo
Sin embargo, cuando en la década de los noventa, el período especial nos apretó el cinturón, mi amigo Chichi Aguiar y sus hermanos perdieron más de cincuenta libras de peso cada uno, las especies marinas consideradas inferiores, se convirtieron en manjares y lo que les cayó encima fue un vendaval. Chichi y sus hermanos no aguantaron aquel ritmo y decidieron -sabia decisión- recuperar las libras perdidas… en Naples, Florida.

15 agosto, 2011

Huevos de gallineta.


Gallineta común
A la memoria de Carlos Bernal (Caloba).


Aunque no soy un conocedor del tema, ni me considero émulo de José Ramón Cuevas y Félix Rodríguez de la Fuente, me veo en la obligación de explicar lo que es -a mi juicio- una gallineta, pues sobre ellas es esta historia. Es un ave que habita en los manglares. Construye sus nidos juntando ramas y hojas, hasta que logra una plataforma en la base del mangle. Sus diminutos huevos, de color castaño claro y numerosas pecas carmelitas, poseen un sabor muy agradable al paladar, aunque tienen un inconveniente: se necesitan al menos seis huevos, para hacer una tortilla.
  
La costa del Golfo de Guacanayabo es baja y cenagosa y los pueblos costeros están separados por manglares donde crece gran variedad de mangle, como el rojo, el prieto y la yana. Los cocos prietos también habitan en aquellos humedales. En el manglar que separa a Campechuela del poblado de Troya nos internábamos en cuanto aparecían las primeras lluvias de mayo. Recolectábamos huevos de gallinetas y cazábamos cocos prietos.

Manglar
Un sábado, al amanecer, nos fuimos al manglar. Caminamos toda la mañana y buena parte de la tarde por el escabroso lugar. Las conchas de los ostiones, pegadas en ramilletes a las raíces aéreas del mangle -cual filosas navajas- rasgaban nuestra vestimenta y llegaban hasta la misma piel y el agua salada del pantano hacía su efecto sobre las recientes heridas. Entre maldiciones y malas palabras, avanzábamos lentamente. Inmersos en aquella aventura, de pronto nos dimos cuenta que estábamos extraviados. Ninguno de los cuatro caminantes, -todos menores de catorce años - conocía el lugar. Las discrepancias afloraron inmediatamente.

14 agosto, 2011

Uvas caletas.


Uva Caleta
Los árboles de uva caleta eran los que más abundaban en el bosque costero que separaba a Campechuela del poblado de Ceiba Hueca. La muchachada de entonces, nacida en los años sesenta, no conocía otras uvas que no fuesen aquellas. Nada sabíamos de la moscatel, la merlot y de otras  variedades existentes. Bueno, en honor a la verdad, aún no sabemos casi nada de uvas, pero esa sería otra historia.

El matorral costero se extendía a lo largo de cuatro kilómetros y aquellos frutos ácidos y morados eran el pretexto para mataperrear los fines de semana. Partiendo desde el vertedero municipal en pequeños grupos, la mitad emprendía la marcha por la playa recolectando uvas. 


Fruto verde de uva caleta
Al regresar de la excursión, con las manos llenas de racimos, nos congregábamos todos en un inmenso cocal contiguo al vertedero, donde la mitad de los expedicionarios había permanecido, trepando los altos cocoteros y tumbando sus ricos frutos. Sólo recuerdo un accidente: alguien estaba tumbando cocos y uno le cayó encima a Juan fanega –que era tan desafortunado como Malvino Fortuna, pero flaco y alto como vara de tumbar gatos-. Cayó al suelo redondito como un pollo, pero con el agua de coco que le tiramos encima y el aire que le echamos con un sombrero de yarey, recobró el conocimiento y aquello no tuvo mayor consecuencia; sólo el chichón que permaneció en el centro de la mollera, durante varios días.  

Lo que queda del cocal
Durante un buen rato comíamos uvas maduras, agua y masa de coco. Narrábamos las experiencias vividas y disfrutábamos del festín. Al mediodía, regresábamos a nuestros hogares. Como nuestros padres solían ser extremadamente curiosos y siempre recaban detalles de  nuestras andanzas, cada cual narraba su propia historia y algunos hasta llevaban racimos de uvas como evidencia, pero guardábamos celosamente el secreto del cocal, porque seguramente si se enteraban de la historia de los cocos, ahí mismo se acababan las salidas a recoger uvas caletas.

                                                                 === FIN ===

A la hora del receso.


A la memoria de mi maestro Tomasito.


Era un hombre delgado y espigado. Poseía modales de aristócrata. Su voz de barítono tenía una cadencia que nos mantenía atentos a sus charlas. Su sola presencia imponía respeto en el aula. Era sin embargo, dado a las jaranas, cuando el momento llegaba. El único castigo que aplicaba a los alumnos, consistía en parar al indisciplinado de cara a la pared durante media hora en una esquina del aula, mientras él impartía su materia. Era un maestro exigente y recto, pero querido y repetado por todos.

La escuela tenía cuatro aulas y un inmenso patio trasero atiborrado de árboles maderables, bajo cuyas sombras conversábamos y jugábamos durante el receso. Cuando sonaba el timbre, alumnos y maestros salíamos a merendar, a correr y a charlar, pero un discípulo debía quedarse en cada aula para cuidar las pertenencias de todos, debido a la deleznable manía que tienen algunos seres humanos, de apoderarse de lo que no les pertenece.

Aunque el maestro Tomasito era muy inteligente y suspicaz, jamás supo la causa por la que los varones custodiábamos el aula, incluso, cuando le correspondía a una muchachita. Nunca supo que el receso era el momento del centinela. Todo se planificaba de antemano y una parejita penetraba al closet, mientras el vigilante, velaba.

En aquel closet, donde se guardaban tizas, borradores y aperos de limpieza, muchos alumnos dieron su primer beso y manoseamos senos que intentaban emerger. Algunos deslizamos las manos un poco más abajo, hasta percibir los cambios más visibles de la pubescencia y la más osada del aula, dilapidó su virginidad.

Algunos, los menos, eran noviecitos de escuela primaria, pero la mayoría eran sólo encuentros concertados por mutua conveniencia. Un apretón, por un dulce de coco y un toqueteo a cambio de un "pan con algo", era la mayoría de aquellas impúdicas acciones de dando y dando.

Los centinelas voluntarios no tenían nada que ver con los agentes de seguridad de los hoteles, los hospitales y las discotecas de hoy. No ganaban absolutamente nada por aquel peligroso trabajo; sólo la confianza de los complacidos condiscípulos.  


                                                                  === FIN ===

13 agosto, 2011

Penélope caribeña.


Penélope
A la memoria de María Julia Pérez.


Se contaban con los dedos de la mano, los que conocían su verdadera edad. Ella jamás la mencionó y a nosotros nos parecía que no envejecía nunca. Cuando el Sol asomaba sobre los manglares, se la encontraba caminando por las calles del barrio, con un par de agujetas entre las manos. Bajo una de sus axilas apretaba un paquete, que como diminuta caja fuerte, guardaba celosamente hilos de estambre de varios colores.

No se sentaba nunca en los muebles. Se tiraba en el piso, en medio de la sala, con la clásica postura de los practicantes de yoga. Las piernas entrecruzadas, como si supiera que de esa manera el cuerpo alcanza su mayor estabilidad.

Su vocabulario era parsimonioso y enrevesado. Su canción favorita era aquella que decía:

“Son guineas, joda más…
 Son guineas en balance…”

Aunque nosotros sabíamos que aquello significaba:

“Son ideas nada más,
 Son ideas que tú te haces…”

Una de las canciones más conocidas del afamado grupo musical Los 5U4, de Osvaldo Rodriguez.

Jamás nos hizo un comentario sobre los detalles de la prenda que hilaba, ni supimos si en su mente habitaba un Odiseo. Como Penélope; la diosa de la mitología griega, cada mañana comenzaba todo de nuevo. Tejía incansablemente. Su vista no se apartaba de la prenda; sólo cuando se frotaba la punta de la nariz con su larga y colorada lengua.

La indulgente madre vestía su cuerpo rechoncho, con una saya larga y una blusa de tirantes. Sus menudos pies calzaron siempre zapaticos colegiales y su cara de luna llena, armonizaba con el pelo lacio, negro y corto.    

María Julia Pérez era Síndrome de Down.


                                                                 === FIN ===

Bilongos.

A Elio Reina (Chuchi).


Bilongo
Aunque soy laico, respeto las creencias religiosas de los demás, pues ese es uno de los derechos fundamentales de todo hombre. La brujería, el mal de ojo y los bilongos forman parte de nuestra cultura popular. Eso también hay que respetarlo.

Cuando nos dirigíamos a la escuela secundaria Juan Castellá, muchas veces nos tropezábamos con algún “trabajo” que habían tirado en la intersección de dos calles. Ante semejante hallazgo, la mayoría de nosotros evadía el bulto, pero él no.

Elio Reina era mi compañero de pupitre en la escuela. Espigado, rubio y siempre sonriente. No entendía de bilongos ni maleficios. Le daba varias patadas a la envoltura. Recogía las monedas, las velas, el crucifijo y cualquier otra cosa que pudiera servirle y continuaba su camino como si nada.

En el receso, Chuchi –que así le decíamos- compraba durofríos con las pesetas que había recogido del bilongo y por la tarde le vendía las velas y el crucifijo a la negra Juana, de donde seguramente habían salido.


                                                                  === FIN ===

El agente del orden público.

Colt 45
A la memoria de mi abuelo Ramón Gutiérrez (Monguito).


Contaban los mayores en las tertulias que a finales de 1960; abuelo Monguito era, además de pescador, auxiliar de la policía; a los que el pueblo bautizó como guarapitos.

Los domingos por la tarde se celebraban bailables en el salón de bailes de la playa (el conocido Merendero de los campechuelenses) y él asistía en calidad de agente del orden público, acompañando a varios policías. Aquel día, el ambiente estaba tranquilo y los uniformados decidieron retirarse, dejando en el lugar únicamente al guarapito.

De pronto; como suele suceder en los bailables, se armó una riña tumultuaria, una gran reyerta. Abuelo intentó hacer valer su autoridad. Con gran rapidez sacó el añejo Colt 45 de la funda, lo levantó sobre su cabeza y efectúo un disparo al aire...
Juego de taburetes

Eso fue lo único que pudo hacer. Con la misma rapidez, le encasquetaron un taburete en la cabeza y allí mismo perdió el sentido.

Contaban, que gracias a la valiente intervención de una joven del barrio, mi abuelo fue sacado del enardecido tumulto y llevado al policlínico, donde volvió en sí, pero sin recordar nada de lo sucedido.

                                                                   === FIN ===

El órgano de Horacio.

A la memoria de Horacio Olivera.


Organo oriental
Llegó desde Europa y rápidamente el órgano se difundió por el oriente cubano. Manzanillo es considerada la cuna del órgano oriental. Allí, familias como los Borbollas y los Fornaris son muy  reconocidas, pero en Campechuela vivía uno de los músicos más admirados y respetados en el singular instrumento.

Gisela; la nieta de Horacio Olivera, -que así se llamaba el querido músico- era una bella mulata, como son las mulatas cubanas. Era mi compañera de aula en la escuela secundaria. Varias veces nos burlamos de ella, pues éramos pepillos que amábamos a Los Beatles, a Boney M, La Nueva Trova y a Queen y para nosotros, el órgano era "música de guajiros”.

Horacio Olivera
El bonachón de Horacio Olivera picaba las piezas musicales en largas cintas de cartón y en su repertorio, además de El Golpe de Bibijagua, La Macorina y otros clásicos de la música bailable cubana, había versiones de Ríos de Babilonia y de La balada de John y Yoko.

Cinco o seis músicos producían aquellas cadenciosas melodías. La enorme caja de madera y fuelles, que era accionada por dos hombres incansables, dándole manigueta; el timbalero, el de las tumbadoras y el del guayo de metal; eran la composición básica de la banda.

En unos carnavales de Campechuela, cuando todas las orquestas concluyeron su actuación, entrada ya la madrugada, los pepillos del pueblo nos fuimos a bailar a la tarima del malecón, donde se encontraba el órgano de su abuelo Horacio, que siempre seguía sonando hasta que salía el sol.

Nunca más he escuchado una risa tan estruendosamente burlona como la de Gisela Olivera aquella madrugada, cuando descubrió que los pepillos también bailaban "música molida" con el órgano de su abuelo.


                                                                === FIN ===