13 agosto, 2011

El órgano de Horacio.

A la memoria de Horacio Olivera.


Organo oriental
Llegó desde Europa y rápidamente el órgano se difundió por el oriente cubano. Manzanillo es considerada la cuna del órgano oriental. Allí, familias como los Borbollas y los Fornaris son muy  reconocidas, pero en Campechuela vivía uno de los músicos más admirados y respetados en el singular instrumento.

Gisela; la nieta de Horacio Olivera, -que así se llamaba el querido músico- era una bella mulata, como son las mulatas cubanas. Era mi compañera de aula en la escuela secundaria. Varias veces nos burlamos de ella, pues éramos pepillos que amábamos a Los Beatles, a Boney M, La Nueva Trova y a Queen y para nosotros, el órgano era "música de guajiros”.

Horacio Olivera
El bonachón de Horacio Olivera picaba las piezas musicales en largas cintas de cartón y en su repertorio, además de El Golpe de Bibijagua, La Macorina y otros clásicos de la música bailable cubana, había versiones de Ríos de Babilonia y de La balada de John y Yoko.

Cinco o seis músicos producían aquellas cadenciosas melodías. La enorme caja de madera y fuelles, que era accionada por dos hombres incansables, dándole manigueta; el timbalero, el de las tumbadoras y el del guayo de metal; eran la composición básica de la banda.

En unos carnavales de Campechuela, cuando todas las orquestas concluyeron su actuación, entrada ya la madrugada, los pepillos del pueblo nos fuimos a bailar a la tarima del malecón, donde se encontraba el órgano de su abuelo Horacio, que siempre seguía sonando hasta que salía el sol.

Nunca más he escuchado una risa tan estruendosamente burlona como la de Gisela Olivera aquella madrugada, cuando descubrió que los pepillos también bailaban "música molida" con el órgano de su abuelo.


                                                                === FIN ===

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