Grumete |
Robin Gil era un perdido enamorado del mar y sus ratos de
ocio los dedicaba a la pesca.
Como no poseía cayuco propio, acompañaba a cualquier pescador
en la faena. Sus
compañeros más asiduos eran Leoncio y Miguelito.
Un día decidió ser un experto marinero. Pidió una
embarcación prestada y convenció a Carlos (Carlito) Rivas; un joven que vivía frente al
mar, para que fuese su grumete.
Robin se levantó cuando el ingenio dio el pitazo de las
tres de la madrugada.
Coló café en su colador y llenó dos pomitos de
benadrilina con la aromática bebida. Sacó un pomo con limonada y un pedazo de queso
del refrigerador y los colocó en el cajón. Hizo una revisión minuciosa de todo
lo que necesitaba. No faltaba nada. A las cuatro; consiguió un pan en la
panadería.
Llamó al joven compañero y en veinte minutos se hicieron
a la mar. Llegaron
remando antes del amanecer, al segundo estero. Entonces no se pescaba con cebos
artificiales. En aquel lugar debían abastecerse de sardinas, la carnada ideal para
la pesca al curricán. Tuvieron que refugiarse bajo unos mangles mientras cayó
un fuerte y fugaz aguacero. Media hora después; con la ayuda de la atarraya,
capturaron suficientes sardinas y las pusieron en el vivero. También capturaron
un puñado de camarones.
Engodo |
El hombre tomó entonces los remos y le indicó al joven que
fuera preparando la
carnada. Después de remar sin descanso contra el viento, durante
una larga hora; llegaron, por fin, frente a Cayo Perla; el lugar escogido para la pesca. Se sentía, muy
cerca, el retumbar de un inmenso cardumen de sierras. Con los primeros rayos
del sol quemándole ya las espaldas; Robin solicitó la carnada y Carlito le
entregó tres pelotas de engodo, hechas de sardina machacada y fango.
Contaban en la tertulia; que Robin casi infarta. La
inexperiencia del joven había malgastado la carnada y su precioso tiempo. Robin
contó hasta diez. Sin otra opción en sus manos; decidió izar la vela y navegar hacia
uno de los mejores cabezos de la
zona. Allí podrían; aprovechando los escasos camarones,
efectuar una pesca de fondo. Durante el trayecto, que duró cerca de otra hora,
ninguno de los dos habló.
Al llegar al cabezo; Robin Gil le indicó al grumete que lanzara
la potala. Carlito no quería fallarle nuevamente y candorosamente le preguntó.
- ¿Para dónde la tiro?
El adulto no pudo más y estalló.
- EN EL PECHO, CARLITO; TIRAMELA EN EL PECHO.
Robin desconocía que era la primera
vez que Carlito salía de pesquería. Contaban en la tertulia; que también fue la
única.
=== FIN ===
=== FIN ===
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