27 diciembre, 2011

El asedio al cuartel.


Era  el año 1978.  Aquel  atardecer   merecía  ser llevado al lienzo por  Vladimir Iglesias.  El Sol se  ocultaba en  el  horizonte  y  un  pálido rosado  se  desparramaba  sobre las quietas aguas del mar.  Los  cúmulos - como dóciles borregos- eran empujados por la ligera brisa. Mientras  charlábamos  de  un  tema  de gran interés, Carlos la codorniz, hizo una inoportuna observación que cambió el rumbo de la conversación.

Cinco años atrás; los vecinos de La Marina habían plantado cerca del muelle, varias posturas de flamboyán y había crecido un hermoso bosquecillo. En esta época, las flores caídas al suelo formaban una gran alfombra roja sobre el pasto sediento. En uno de aquellos árboles estaba atado el burro de Minor. El dueño lo trajo para que pastara, mientras él participaba de la peña, pero el vigoroso jumento, -que ya era famoso en el barrio por sus dotes- en lugar de aprovechar el tiempo para comer una apreciable ración de hierba, se movía impaciente, sin quitarle los ojos de encima a una yegua blanca que pacía amarrada, muy cerca de allí. El animal, ante tal estado de impotencia, se movía de un lado para otro, ora mirando ansiosamente a la potranca, ora implorándole al dueño, con los ojos desmesurados y las orejas oscilantes.

Cuando Carlos la codorniz se percató del acontecimiento e hizo la observación, la tertulia se convirtió en un caos. Los festinados –que éramos mayoría- aconsejamos a Minor que soltara al burro; otro grupo opinaba que sin la anuencia del dueño de la potra no debía tomarse ninguna decisión, mientras unos pocos hacían comentarios elogiosos sobre las cualidades del animal. Sin pronunciar palabra alguna, el dueño se levantó de su traviesa y se retiró del lugar, llevándose  consigo al insatisfecho animal. Aquel inesperado episodio dio lugar a varias historias. Todas se han borraron ya de mi memoria, excepto una; que atesoro como grato recuerdo: la que nos narró Gustavo Trevín.

El año 1958 entraba en la recta final y el país bullía por los sonados triunfos del Ejército Rebelde. Una tropa de barbudos había tomado el pueblo y el ejército de Batista estaba tan desmoralizado que no presentó combate y optó por agruparse en el cuartel, adonde habían acudido también chivatos, policías y tigres de Masferrer.

Crescencio Perez
Una tropa rebelde cercó el cuartel al caer la tarde y con la ayuda de simpatizantes, acarrearon sacos de arena desde la playa y construyeron varias fortificaciones frente al enclave militar. El combate comenzó al anochecer. Los barbudos estaban bien parapetados y cada media hora conminaban a los acuartelados a la rendición. Desde el asediado reducto, varias ametralladoras Thompson respondían con fuego cerrado, mientras gritaban eufóricos “¡matamos a Crescencio! ¡Lo matamos!”  -en alusión a Crescencio  Pérez; Comandante del Ejército Rebelde-.

El asedio se mantuvo toda la noche, pero imposibilitados de recibir el refuerzo que esperaban y al decaer la moral de los alistados; con las primeras luces del día, se rendía la guarnición. Fue en ese preciso momento que los militares observaron atónitos, que le habían estado disparando profusamente a la yegua blanca de Pibo, que pastaba frente al cuartel la tarde anterior, cuando comenzó el combate y cuyo cuerpo inerte, yacía ahora sobre el pasto verde y húmedo, con más huecos que una espumadera de campamento cañero.


                                                              === FIN ===


18 diciembre, 2011

Marineros mercantes.


Contaban en las tertulias, que en La Marina existían, antes del año 1959; una veintena de bayúes y bares de mala muerte y que los marineros mercantes que bajaban a tierra eran sus principales clientes. Que se formaban tremendas borracheras y que a cada rato salía un marinero de reculón por la puerta de unos de aquellos antros y caía de espaldas, en medio de la calle. El policía de recorrido lo llevaba al cuartel y lo encerraba en un calabozo, hasta que pasara la borrachera y pagara “algo” por los daños. Algunos mayores indiscretos, llegaron a mencionar el nombre de  mujeres de vida alegre que “trabajaron” en aquellos sitios y que ya eran respetables abuelas y que  pasaban las calurosas tardes de verano cosiendo en una máquina Singer.

Yo escuchaba las historias de los adultos, sonreía para mis adentros y me preguntaba ¿Dónde viven estos viejos? ¿Acaso no ven lo que sucede a su alrededor?

En la década del setenta; cuando los marineros mercantes -griegos, soviéticos y españoles- bajaban a tierra, la cosa era más o menos así: Algunos le vendían cobos, langostas y camarones frescos; otros traficaban con botellas de ron y los chiquillos los perseguíamos a todos lados, para que nos regalaran chicles, galletas y caramelos. Algunos afortunados recibían como regalo una gorra, un pequeño radio y otras baratijas.

Dejemos las ramas de una vez y hablemos claro. Aquellos no eran afortunados; eran solapados proxenetas que conectaban con discreción a los marineros mercantes con algunas de las puticas del barrio. La misma Cleopatra; cincuenta años antes de que naciera Jesucristo, ya andaba vendiendo su hermoso cuerpo a los Julio César, los Marco Antonio y sabrá Dios que otros emperadores romanos. Pero bueno, esa es otra historia y yo no soy quien deba contarla.


En un momento dado, en un acto de magia que hubiese dejado boquiabierto al mismísimo David Coperfield, el marinero desaparecía en una de aquellas polvorientas calles. Aunque nadie sabía donde rayos se había metido, todos sabíamos que estaba “bien metido” en un buen lugar. Al cabo de una hora; el marinero regresaba con el gozo en el semblante y la magia… no la había hecho Coperfield.


                                                               === FIN ===

04 diciembre, 2011

El almendrón de Enrique.

Para nadie  es  un secreto,  las  carencias   que sufre a diario el pueblo cubano. Agobiado por esas  carencias extremas y movidos por  un  deseo inmenso de sobrevivir, es que han surgido en  Cuba  inventos  dignos  de ser  registrados  en  el Libro Guinness de Records.  Basta  con mencionar  sólo unos pocos de ellos:  el  picadillo  de  cáscara de plátano burro, las croquetas de yuca,  el pan con pepino, el bicitaxi, etc. 


Un almendrón
También existe en Cuba la tendencia a cambiarle el nombre a todas las cosas. Pongamos algunos ejemplos. Le llaman trabajador disponible a lo que en el mundo entero se conoce como desempleado. Se acuñó el término de cuentapropista a lo que en otros lares es un propietario de un pequeño negocio. Llaman jineteras a las prostitutas y almendrón a lo que se conoce en todo el mundo como auto clásico.

Bicitaxi
Es precisamente acerca de un almendrón que escribo hoy, pero no de uno cualquiera, sino del de mi amigo Enrique. Hace apenas unos meses, en los primeros días de mayo, estaba yo esperando un bicitaxi en la esquina del antigüo hotel Perla, en Morón, pues mi jeep Suzuki estaba roto, cuando pasó Enrique en su almendrón y me paró.

Enrique Alvarez es un capitán retirado del EJT (Ejército Juvenil del Trabajo), que fue mi compañero de labor durante dos años en la sucursal de ITH-Abatur en Ciego de Avila; él como Jefe de Seguridad y Protección y yo como Vicedirector de Logística. Desde aquella época, nos une una buena amistad.

Cuando subí al auto, noté algo raro. Enseguida me percaté de que aquel almendrón tenía dos  aceleradores. Quedé atónito y supuse lo que sucedía, pero quiero expresar textualmente la explicación que me dio Enrique cuando le pregunté el motivo de tan insólita adaptación.

“Ramoncito, la vida está dura. Un litro de gasolina cuesta en el Servi, $1.15 el litro* y en la calle aparece a 20 pesos, pero que va, así no hay quien pueda moverse en un cacharro, por eso le puse dos carburadores y dos aceleradores. Esta bala trabaja con gasolina y con keroseno. El keroseno se consigue a 5 pesos en las bodegas. Fíjate; mira esto…” Efectivamente, Enrique puso la primera, pisó un acelerador (el de la gasolina) y el almendrón se puso en marcha, puso la segunda y el auto tomó impulso y en ese mismo instante, sacó el pie del acelerador y pisó el del keroseno y aquel vejestorio siguió su marcha como si nada.

Enrique me llevó hasta mi casa, le di las gracias y nos despedimos. Aquella misma noche hice un esbozo de esta crónica que ahora escribo, como un homenaje a todos los cubanos de a pie, que con su ingenio y sabiduría, logran sobrevivir a las carencias diarias.

*$1.15 CUC (Peso cubano convertible) Que equivale a unos 28 pesos cubanos.   


                                                               === FIN ===

27 noviembre, 2011

Blanco regresó de Riga.


José Reina Gutiérrez fue el primer joven del barrio La Marina que estudió en el extranjero. Viajó a Riga, la capital de Letonia, por aquella época, una de las Republicas Socialistas Soviéticas. Cuando regresó en 1978, graduado de técnico en equipos de aeronavegación; el barrio entero festejó.

Tocadiscos
Blanco –ese es su apodo- tenía entonces veintidós años y aunque trajo muchos regalos para la familia; lo que más nos deslumbró fueron el tocadiscos y la grabadora de carrete.

Enseguida montó un taller en el rancho del patio, donde arreglaba radios, planchas y equipos electrodomésticos, para ganarse unos pesitos. En el improvisado taller nos reuníamos diariamente un grupo de jóvenes, para escuchar la música que el primo trajo “de afuera”.

Un día Blanco concibió la genial idea de construir e instalar una pequeña emisora. La transmisión inaugural la hicimos llevando un radio al muelle; donde se celebraban las tertulias. Yo fungiría como locutor.

Con un guión preparado; la transmisión sorprendió a los atónitos oyentes.

"Esta es Radio Rabirrubia, la emisora de los pescadores cubanos. Nos informa nuestro corresponsal en Campechuela que el pescador Yarino Hernández acaba de romper el record nacional de captura del macabí. Muchas felicitaciones por el éxito obtenido. En los próximos días; el gobierno municipal le entregará el premio en metálico correspondiente. Y ahora para complacer al nuevo recordista nacional; su canción favorita..."

Radio VEF
Prendimos la grabadora de carrete. El aludido pescador y el resto de los oyentes de la nueva emisora quedaron boquiabiertos. Al día siguiente ya todo el barrio sabía la verdad y cuando Blanco y su comitiva llegaron a la tertulia con el radio VEF, enseguida comentaron los mayores, “llegaron los jodedores otra vez ...”

Los fines de semana, Blanco era invitado especial a las descargas y fiestas del pueblo, pero con él nos colábamos tres pendones. Juanito ingresaba cargando los enormes bafles. Papa Garabato llevaba el maletín con los discos y carretes y el enorme transformador y yo cargaba el tocadiscos y la grabadora.

Grabadora de carrete
Era la mejor música que se escuchaba entonces en las descarguitas. Había grabaciones y discos de Charles Aznavour, Mocedades y Boney M. Teníamos un enorme arsenal de canciones de los Beatles, de José Feliciano, de Julio Iglesias, de Roberto Carlos y de otros cantantes y grupos que por una razón u otra, estaban prohibidos en las emisoras de radio del país.



                                                           === FIN ===

17 noviembre, 2011

La discusión del campeonato de béisbol.

A Yoenis Céspedes (La Potencia) y a todos sus fans de Campechuela.




Sammy Sosa
Sammy Sosa y Mark McGwire no nacieron en Campechuela, ni conectaron en su estadio ninguno de sus publicitados jonrones. Tampoco surgieron en mi tierra Víctor Mesa, Casanova y Kindelán, aunque esas luminarias del béisbol cubano sí jugaron, alguna que otra vez, en su terreno.

En mi pueblo se ha jugado buena pelota -como en toda Cuba, dirá usted- y nuestro equipo está considerado como uno de los mejores de la provincia. No se ría, amigo mío; mi terruño es la cuna de buenos peloteros, desde la lejana época en que Don Emilio Vargas debutó en las primeras series nacionales y poco tiempo después, mi primo Luis Quintín Reina jugó con las Avispas Negras Orientales –las verdaderas avispas-. Desde entonces, muchos campechuelenses se han destacado en nuestro deporte nacional. Basta mencionar al receptor Juan Navarro, el torpedero Osvaldo Avilés, el receptor Carlos Barrabí Leyva, los lanzadores Alfredo Fonseca y Leandro Martínez, los jardineros Pablo, Víctor y Valerio Bejerano, el receptor Carlos Barrabí (hijo) y el jardinero y super slugger Yoenis Céspedes.
  
Victor Mesa
Desde que surgió la provincia Granma en 1976; el campeonato provincial de pelota se estructuró en dos zonas. La del Cauto, en la que sobresalen los equipos de Bayamo y Jiguaní y la zona del Guacanayabo, donde se destacan los equipos de Campechuela y Yara. Cuando concluye el calendario regular se enfrentan los dos primeros de cada zona en busca del título provincial.

En una ocasión; los equipos de Bayamo y Campechuela discutían el campeonato de pelota. Los primeros juegos se efectuaron en el estadio de la capital provincial. Los de la ciudad del himno llegaron con ventaja, pero ya en nuestro patio, nuestro equipo reaccionó –y de que manera- propinando una soberana paliza. Llovieron los hits, las bases robadas y los extrabases.

Recuerdo que en uno de aquellos juegos a grada repleta, el torpedero Osvaldo Avilés cometió un error con hombre en tercera, dos outs y el juego empatado en el séptimo inning. Por supuesto; el corredor entró, aunque en ese mismo capítulo nos fuimos arriba y ganamos por la mínima. Pero bueno, volvamos al momento del error. A mi lado estaba sentado Nando; el barbero, que no se perdía un juego de pelota. Cuando Petróleo Avilés pifió; El Americano se  levantó, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a maldecir y a echar flores por la boca. Al escuchar aquello, Nando, con mucha calma se viró y con voz muy suave –impropia de un estadio de pelota cubano- le dijo:

- Americano; no ofendas más. Cualquiera comete un error. Tu madre; una bella mujer, cometió un  gran error al casarse con tu padre y por eso estás tú aquí.

Las gradas se fueron abajo, mientras El Americano se sentaba y reconocía. El aludido era casi albino y más feo que la mordida de un berraco.    

Yoenis Céspedes
Bueno; sigamos con el campeonato. Bayamo llevó una enorme comisión de embullo en cuatro guaguas, que como se sabe, incluye siempre hasta una conga. Ante el desconcierto por la pérdida del campeonato que ellos daban por seguro, un aficionado bayamés, sentado en lo alto de las gradas y a modo de ofensa, pronunció la frase prohibida en Campechuela. Ahí mismo ardió el estadio beisbolero. La riña tumultuaria comenzó en las gradas y rápidamente se extendió al terreno de pelota y saltó al parqueo. Gracias a la intervención inmediata de la policía, se pudo sofocar la reyerta, que concluyó con varios lesionados y una treintena de detenidos.


Fue allí, en aquel sencillo campo de béisbol, donde nuestro Yoenis Céspedes conectó sus primeros jonrones. Pronto los conectará en excelentes estadios, repletos de vallas publicitarias y el público saltará de alegría, pero estoy seguro que La Potencia siempre recordará sus primeros batazos en su querido terreno de Campechuela.


05 noviembre, 2011

El empleado que yo necesito.

A mi amigo Ramón Sosa.

Mongui y Joan
Hoy les contaré de una persona especial. Nos conocimo a través de un amigo común, allá por el año 1994, cuando yo era subdirector de Logística en ITH-Abatur, en Ciego de Avila y él era el administrador del Club nocturno El Colonial, en Pina. Ramón Sosa Posada – conocido por todos como Mongui- es una persona que reboza de optimismo y alegría; un tipo jaranero, en fin, el típico jodedor cubano. Para él no existen momentos difíciles, al instante los convierte en mágicos y felices.

A lo largo de más de quince años, Mongui me ha demostrado una verdadera y sincera amistad. Puedo escribir un libro con las anécdotas y ocurrencias de Mongui, pero sólo les contaré ésta, que ilustra cabalmente su carácter.

Corría el año 1996 y el período especial nos hacía la vida insoportable: apagones, nada que llevar a la mesa, sin transporte, sin trabajo. Una época sumamente difícil para la mayoría de los cubanos. Yo, afortunadamente, trabajaba en Cubanacán y tenía algunos privilegios: estímulo en divisas, una bolsa de aseo y alimentos, ropa, calzado, buena alimentación.

Rubén Valdés Expósito
Rubén Valdés, padre de Rubén Valdés Expósito -segunda base en el equipo de béisbol de Ciego de Avila-, era mi vecino por aquella época. No tenía trabajo y debía mantener a la familia. Habló conmigo y yo conversé con Mongui, que a la sazón era el administrador del hotel de Pina, para conseguirle un trabajo al desesperado padre de familia. Mongui me llamó dos días después y me dijo que el hombre debía verlo al siguiente día. Así ocurrió; bien temprano, Rubén viajó a Pina y al llegar al hotel, solicitó ver al administrador. Lo hicieron pasar a su oficina. Después del saludo de rigor, Mongui le disparó a boca de jarro:

Mongui y su familia
- Socio, yo tengo disponible pa' tí, ahora mismo, la plaza de almacenero, pero déjame hacerte una pregunta. ¿Tú sabes desviar recursos del Estado?

- No, no, no... Yo soy un hombre serio, honrado, responsable, militante del Partido. 


Respondió Rubén.

- ¡Oh! Entonces lo siento mucho, pero tú no eres el empleado que yo necesito. Yo necesito un almacenero que sepa desviar recursos del Estado y que las auditorías y fiscalías no lo cojan.

Rubén quedó atónito ante semejante respuesta.

Por supuesto, Mongui lo empleó como almacenero y trabajó allí por más de un año. Esa fue sólo una más, de las tantas jaranas de Mongui.


                                                                === FIN ===



22 octubre, 2011

¡Qué visión!

A Lázaro Mora y Suzel Moreno, por su constante aliento y apoyo.

El grupo en el hotel Amway Plaza
Mercedes, Dayamit, Suzel, Lázaro, Nereida y yo, acabamos de regresar de Grand Rapids, en Michigan, sede de la Convención de Amway ¡Fueron tres días fantásticos!, en los que compartimos e intercambiamos ideas con colegas de toda Latinoamérica y hasta de Europa y Canadá. Más de 6,000 Empresarios Independientes de Amway nos reunimos en el Devos Place -un enorme centro de convenciones en el mismo centro de aquella bella y tranquila ciudad- para celebrar como lo que realmente somos: ¡Una gran familia!

Fueron homenajeados más de un centenar de empresarios independientes, entre ellos:

Como Dobles Diamantes:
-          José Bobadilla (Colombia)
-          Theodoro y Maribel Galán (R. Dominicana)

Como Diamantes Ejecutivos Fundadores:
-          Johnny y Paula Matos (R. Dominicana)

Como Diamantes Ejecutivos:
-          Ernesto y Gertrudis Espinosa (R. Dominicana)
-          Víctor y Julia Cid (R. Dominicana)
-          José (Pepe) y Leity Cohen (Cuba)
-          Carlos y Jazmín Jurado (Panamá)

Como Diamantes Fundadores:
-          Alberto y Michele Aguilera
-          Alejandro y Maribel Illeras (Colombia-Venezuela)
-          Ulises y Daisy Feliz (R. Dominicana)
-          Hugo y Miriam Burgos (R. Dominicana)
-          Guillermo Diaz y Jenny Valencia (Costa Rica)

Como Diamantes:
-          Robert y Juanita Hernández (Cuba)
-          José y Escarly Otazu (R. Dominicana)
-          Orlando y Martha Cortés (Colombia)
-          Damián Millán y Zaylí Carmona (Cuba)
-          Sergio Castro y Lina González(Colombia)
-          Pável y Lily Gómez (Cuba)
-          Gabriel y Olaya Sánchez (R. Dominicana)
-          Lucy González y Estefanía Londoño (Colombia)

Fueron homenajeados además, decenas de Esmeraldas Fundadores y Esmeraldas.

En la sede de Amway
Entre las muchísimas actividades colaterales de la Convención, tuvimos el altísimo privilegio de visitar la sede de Amway, en Ada, a unas pocas millas de Grand Rapids y recorrer una de sus plantas de producción ¡Qué organización, qué limpieza, qué espíritu positivo se respira en aquel sitio, donde cada uno de los empleados que nos atendió mostraba una sincera sonrisa y un legítimo orgullo de pertenecer a esta gran compañía, no sólo por las dimensiones del negocio, que está presente en más de 80 países alrededor del mundo, sino porque son una realidad palpable los cuatro pilares básicos en los que descansa la compañía: Libertad, Familia, Esperanza y Recompensa.

Rich DeVos y Jay  Van Andel
Durante los tres días de Convención, desfilaron medio centenar de brillantes oradores por el engalanado escenario, pero personalmente me impresionaron las intervenciones de Teresa Scanlan; Miss América 2011 y del presidente de Amway; Doug DeVos. En su discurso de unos 20 minutos, el señor DeVos, dejó claro que los más de 50 años de vida de Amway no son obra de la casualidad, sino el fruto de la enorme visión que tuvieron dos grandes amigos: los fundadores Richard DeVos y Jay Van Andel. Los pilares básicos en los que descansa la compañía serán los que permitirán que ésta viva, al menos, por otros 50 años.

Cuando los fundadores crearon Amway, pudieron haber distribuido los excelentes productos de salud, nutrición y belleza a través de la red de mercados de todo el país, como hicieron la inmensa mayoría de los empresarios, pero ellos tomaron una trascendental decisión: Decidieron vender sus productos al modo americano: American way. Brindarle la oportunidad de desarrollar su propio negocio a otras familias, de modo que cada uno de nosotros obtenga su propia libertad financiera y personal. Aprovechándose del network marketing, crearon un fantástico sistema de incentivos que compulsa al esfuerzo personal y colectivo, a la educación y la superación constante, pero sobre todo, nos hace mejores seres humanos. La red de ventas que diseñaron, nos brinda una excelente oportunidad de negocio a millones de personas y lo más importante: nos brinda la posibilidad real de que logremos la libertad financiera, a partir de nuestro propio esfuerzo.

Nereida Cala en la sede de Amway
Para comprender en toda su magnitud la visión de estos extraordinarios hombres, debemos ubicarnos en el tiempo: En 1959 no existía  internet, ni teléfonos celulares. Sin embargo, ellos apostaron por la venta en redes, que al principio abarcó a sólo unos cuantos amigos que viajaban en sus autos por pueblos y ciudades del norte,  vendiendo sus productos y auspiciando a otras personas a iniciarse en el negocio. La vida les dió la razón. Hoy el panorama es muy diferente: somos más de 3 millones de empresario independientes de Amway alrededor del mundo y la compañía facturó en el año 2010, algo más de 9 billones de dólares, si, como lo oyó, ¡9 billones de dólares!



¡Ante tan osada y visionaria decisión, que ha cambiado y seguirá cambiando la vida de millones de familias en el mundo, no podemos hacer menos que quitarnos el sombrero!  



                                                                 === FIN ===



18 octubre, 2011

La avenida y el malecón.

A: Eduardo Antonio Gutiérrez (Tony). El único de mis cinco hermanos, que aún vive en Campechuela.

Pedazos del malecón y del muelle
Cuando en 1979 se inauguró la Terminal de Embarque de azúcar a granel de Ceiba Hueca, el muelle y nuestra tertulia de La Marina cayeron en desgracia. A partir de entonces, el azúcar que se produciría en todos los centrales azucareros de la provincia, sería transportada en camiones tolva hacia la terminal de Ceiba Hueca y desde allí; a las bodegas de los barcos mercantes.

El muelle de mi barrio desapareció en apenas dos meses. Las traviesas, tablones y pilotes fueron a parar a los fogones del vecindario y ese fue el fin de nuestras tertulias, pues no pueden crecer los oradores donde no hay tribuna. Una noche se esfumaron también los rieles y polines del ferrocarril de la calle Progreso y nadie supo adonde fueron a parar.

No queda nada del muro del maelcón
Fue entonces que a un entusiasta funcionario del Poder Popular Municipal se le ocurrió una genial idea: Convertir la desolada calle Progreso en una moderna avenida, con parterres y farolas, que nacería en la puerta del central Francisco Castro Ceruto y llegaría hasta la calle Juan Castellá, justo a orillas del mar. El pequeño malecón de Campechuela se ampliaría hacia ambos lados, llegando por un lado, hasta la Avenida Progreso y por el otro, hasta El Merendero. ¡Fantástica iniciativa!

La idea de aquel funcionario parecía sacada del infinito arsenal de brillantes ideas de nuestro gran campeón José Raúl Capablanca. El concepto prendió rápidamente en el pueblo y nos alegramos de la solución  propuesta. Se concibieron los proyectos y se discutió el presupuesto a diferentes instancias del gobierno. El plan marchaba viento en popa y a toda vela.

La tarja con frase de Martí. Una ironía
De repente, apenas descargaron unos pocos camiones de rocoso y se perfiló la calle con una moto niveladora, la construcción de la avenida Progreso y la ampliación del malecón cayeron en una especie de letargo, de hibernación. Han pasado treinta años y aún permanecen así, esperando el momento propicio para emerger a la vida. Las olas y el tiempo han dado muerte a nuestro inolvidable malecón, aquel bello sitio donde crecían frondosos almendros, donde tantas veces noviamos,  conversamos sobre nuestro futuro y donde irónicamente una frase de José Martí reza en una tarja: "Hombres haga, quien quiera pueblos."  

Desde entonces; cuando los que vivimos fuera del terruño conversamos con los familiares que aún viven allá, después de ponernos al día con la familia y de los chismes del barrio, hacemos las mismas preguntas:

- ¿Han hecho algo en el malecón?

- Por fin; ¿iniciaron la construcción de la avenida?

¡Qué ilusos somos!

                                                                 === FIN ===

  

08 octubre, 2011

La gran pelea.


Otra victoria de Stevenson.
A la memoria de Gertrudis Escalona, la hermana menor de Tito.

Los boxeadores pelean como fieras por alcanzar el título en disputa. La historia recoge famosos combates en el ring, como el de Ray Sugar Robinson y Jake LaMotta, los de Ángel Milián y Teófilo Stevenson o los de Armandito Martínez y el canadiense Shawn O´Sullivan. Esas peleas son dignas de una antología. 

La pelea que les narraré, ocurrió una fría madrugada de enero. Tito Escalona despertó sobresaltado y sudoroso. En su pesadilla; el mulato Diego Colás lo había noqueado de un zurdazo. Se quedó tendido en el catre, mirando fijamente al techo de guano, acariciándose el mentón. Sintió un dolor intenso, no en el rostro, sino en el corazón, por haberse permitido un sueño tan débil.

Lentamente se levantó, se vistió sigilosamente para que sus hermanas no se despertaran y encaminó sus pasos hacia la casa de Diego. Eran pasadas las cuatro de la madrugada.

Jack LaMotta y Ray Sugar.
Tocó varias veces con fuerza en la ventana y por fin, la mujer de Diego le respondió. Indagó por el contrincante y del otro lado le contestaron que estaba en el ingenio; que había comenzado en el turno de las tres.

Tito llegó a los hornos del ingenio y en el sofocante calor que emanaba de uno de ellos, reconoció el sudoroso rostro de su oponente. Se encaminó hacia él, le contó la reciente pesadilla y resumió:

- Diego; la forma en que me ganaste, no es justa. Tienes que ganarme de verdad.

El mulato apeló a diversas justificaciones, pero de nada sirvieron. No le quedó otro remedio que fajarse.

Eran pasadas las cinco de la mañana. Se escuchaba, a lo lejos, el canto de los gallos. Sobre la loma de bagazo del patio del ingenio, otro zurdazo de Diego Colás noqueó nuevamente a Tito Escalona.

Todos reímos cuando el propio Tito nos contó la inverosímil historia en la tertulia, pero él sin inmutarse resumió.

- Al menos en la segunda pelea sí perdí de verdad.

                                                                === FIN ===



22 septiembre, 2011

El bisabuelo catalán.


Valentín
Félix Rodríguez nació en Tarragona, España, allá por el año 1878. Era de una familia muy pobre; por ello se alistó en el ejército en cuanto cumplió los dieciocho, para venir a la guerra de Cuba, ganarse unas cuantas pesetas y así salir de aquella miseria en la que vivían. Desembarcó por el puerto de Manzanillo a finales de 1896; en el momento más difícil de aquella guerra; cuando Valeriano Weyler diezmaba a la población cubana con la reconcentración.

En cuanto el astuto soldado catalán llegó al cuartel, sobornó al oficial de cuadras, para que lo ubicase como mozo y sacarle así, el cuerpo a los combates. El ejército español estaba eufórico por aquellos días, pues apenas una semana antes, una poderosa columna al mando del Comandante Francisco Cirujeda había dado muerte al General Antonio Maceo. Fue un trágico suceso en la historia de Cuba. El campamento fue sorprendido por la columna española. Las balas de máuser rechinaban en los troncos de los árboles. En medio de la confusión y la balacera, Maceo se levantó de la hamaca, ordenó que le ensillasen el caballo. Revisó la cincha. Montó y pidió un corneta. A esa hora ya no había ninguno en el campamento. Desenvainó el machete y se lanzó al combate. La infantería española se había parapetado detrás de una cerca de piedras. Al rato, el combate se había estabilizado y Maceo podía haber ordenado la retirada ordenada, pero esa no era una alternativa en él. Decidió desalojar al ejército español y comenzó una maniobra de rodeo para atacarlos por la retaguardia. Al encontrar en su camino una cerca de alambre, ordenó cortarla de inmediato, justo en el momento en que una bala de máuser le desbarató el maxilar inferior derecho. Cayó del caballo, abrió los ojos desmesuradamente y murió al instante. Pero, bueno,  ¿qué rayos hago yo contando esto ahora? Eso está en los libros de historia, el que quiera saber los detalles, que lea. Discúlpenme, que me fui del tema.   

Francisca Arias vivía cerca del cuartel. Era una trigueña de diecisiete años que le trastornó la mente al soldado catalán, desde el mismo día que la conoció. El noviazgo no fue aceptado por la abuela de la joven:

- ¿Cómo es posible que te enamores de un gallego con peste a sicote? Los mismos que mataron a tu padre y los causantes de la locura y de la muerte de tu santa madre; que en gloria esté.

Dos independentistas de Manzanillo convencieron a la anciana:

- Mire, doña; el amor es un sentimiento puro, que está por encima de la política, de rivalidades y de nacionalidades.

Fueron los mismos personajes que se aprovecharon de aquella relación y lograron que el soldado catalán colaborara en la fuga de tres detenidos y brindara información valiosa a las fuerzas del General Manuel de Jesús Calvar.

Luego de la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana, la fría noche del 15 de febrero de 1898, el gobierno norteamericano culpó inmediatamente al español y el 19 de abril del propio año, el Congreso emitió una resolución que reconocía la independencia de Cuba e instaba a España a abandonar la isla. Al día siguiente, la resolución fue aprobada por el presidente William McKinley.

En julio comenzó el sangriento combate de Santiago de Cuba. De un lado, el ejército insurrecto y el estadounidense, dirigido por el General William Rufus Shafter y del otro; el ejército colonial español. Tres días después de iniciados los combates, fue aniquilada en la misma entrada de la bahía santiaguera, la escuadra del Almirante Pascual Cervera y dos semanas más tardes; la ciudad se rindió, sellándose así la derrota española en Cuba.

Tras ardua negociación, el gobierno español firmó el Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898, mediante el cual reconoció la independencia de Cuba, le cedió a los Estados Unidos, las islas de Puerto Rico y Guam y le vendió las islas Filipinas por veinte millones de dólares.
       
Cuando en la noche buena de aquel mismo año las tropas españolas se alistaban para regresar a su patria, Félix Rodríguez aprovechó la confusión y desertó, llevándose a su novia cubana. Vivieron dos años en Camagüey, en casa de un paisano suyo y regresaron al pueblo cuando ya Panchita Arias estaba embarazada de la mayor de los siete hijos que tuvo la pareja. 

                                                                 === FIN ===