05 noviembre, 2011

El empleado que yo necesito.

A mi amigo Ramón Sosa.

Mongui y Joan
Hoy les contaré de una persona especial. Nos conocimo a través de un amigo común, allá por el año 1994, cuando yo era subdirector de Logística en ITH-Abatur, en Ciego de Avila y él era el administrador del Club nocturno El Colonial, en Pina. Ramón Sosa Posada – conocido por todos como Mongui- es una persona que reboza de optimismo y alegría; un tipo jaranero, en fin, el típico jodedor cubano. Para él no existen momentos difíciles, al instante los convierte en mágicos y felices.

A lo largo de más de quince años, Mongui me ha demostrado una verdadera y sincera amistad. Puedo escribir un libro con las anécdotas y ocurrencias de Mongui, pero sólo les contaré ésta, que ilustra cabalmente su carácter.

Corría el año 1996 y el período especial nos hacía la vida insoportable: apagones, nada que llevar a la mesa, sin transporte, sin trabajo. Una época sumamente difícil para la mayoría de los cubanos. Yo, afortunadamente, trabajaba en Cubanacán y tenía algunos privilegios: estímulo en divisas, una bolsa de aseo y alimentos, ropa, calzado, buena alimentación.

Rubén Valdés Expósito
Rubén Valdés, padre de Rubén Valdés Expósito -segunda base en el equipo de béisbol de Ciego de Avila-, era mi vecino por aquella época. No tenía trabajo y debía mantener a la familia. Habló conmigo y yo conversé con Mongui, que a la sazón era el administrador del hotel de Pina, para conseguirle un trabajo al desesperado padre de familia. Mongui me llamó dos días después y me dijo que el hombre debía verlo al siguiente día. Así ocurrió; bien temprano, Rubén viajó a Pina y al llegar al hotel, solicitó ver al administrador. Lo hicieron pasar a su oficina. Después del saludo de rigor, Mongui le disparó a boca de jarro:

Mongui y su familia
- Socio, yo tengo disponible pa' tí, ahora mismo, la plaza de almacenero, pero déjame hacerte una pregunta. ¿Tú sabes desviar recursos del Estado?

- No, no, no... Yo soy un hombre serio, honrado, responsable, militante del Partido. 


Respondió Rubén.

- ¡Oh! Entonces lo siento mucho, pero tú no eres el empleado que yo necesito. Yo necesito un almacenero que sepa desviar recursos del Estado y que las auditorías y fiscalías no lo cojan.

Rubén quedó atónito ante semejante respuesta.

Por supuesto, Mongui lo empleó como almacenero y trabajó allí por más de un año. Esa fue sólo una más, de las tantas jaranas de Mongui.


                                                                === FIN ===



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