17 noviembre, 2011

La discusión del campeonato de béisbol.

A Yoenis Céspedes (La Potencia) y a todos sus fans de Campechuela.




Sammy Sosa
Sammy Sosa y Mark McGwire no nacieron en Campechuela, ni conectaron en su estadio ninguno de sus publicitados jonrones. Tampoco surgieron en mi tierra Víctor Mesa, Casanova y Kindelán, aunque esas luminarias del béisbol cubano sí jugaron, alguna que otra vez, en su terreno.

En mi pueblo se ha jugado buena pelota -como en toda Cuba, dirá usted- y nuestro equipo está considerado como uno de los mejores de la provincia. No se ría, amigo mío; mi terruño es la cuna de buenos peloteros, desde la lejana época en que Don Emilio Vargas debutó en las primeras series nacionales y poco tiempo después, mi primo Luis Quintín Reina jugó con las Avispas Negras Orientales –las verdaderas avispas-. Desde entonces, muchos campechuelenses se han destacado en nuestro deporte nacional. Basta mencionar al receptor Juan Navarro, el torpedero Osvaldo Avilés, el receptor Carlos Barrabí Leyva, los lanzadores Alfredo Fonseca y Leandro Martínez, los jardineros Pablo, Víctor y Valerio Bejerano, el receptor Carlos Barrabí (hijo) y el jardinero y super slugger Yoenis Céspedes.
  
Victor Mesa
Desde que surgió la provincia Granma en 1976; el campeonato provincial de pelota se estructuró en dos zonas. La del Cauto, en la que sobresalen los equipos de Bayamo y Jiguaní y la zona del Guacanayabo, donde se destacan los equipos de Campechuela y Yara. Cuando concluye el calendario regular se enfrentan los dos primeros de cada zona en busca del título provincial.

En una ocasión; los equipos de Bayamo y Campechuela discutían el campeonato de pelota. Los primeros juegos se efectuaron en el estadio de la capital provincial. Los de la ciudad del himno llegaron con ventaja, pero ya en nuestro patio, nuestro equipo reaccionó –y de que manera- propinando una soberana paliza. Llovieron los hits, las bases robadas y los extrabases.

Recuerdo que en uno de aquellos juegos a grada repleta, el torpedero Osvaldo Avilés cometió un error con hombre en tercera, dos outs y el juego empatado en el séptimo inning. Por supuesto; el corredor entró, aunque en ese mismo capítulo nos fuimos arriba y ganamos por la mínima. Pero bueno, volvamos al momento del error. A mi lado estaba sentado Nando; el barbero, que no se perdía un juego de pelota. Cuando Petróleo Avilés pifió; El Americano se  levantó, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a maldecir y a echar flores por la boca. Al escuchar aquello, Nando, con mucha calma se viró y con voz muy suave –impropia de un estadio de pelota cubano- le dijo:

- Americano; no ofendas más. Cualquiera comete un error. Tu madre; una bella mujer, cometió un  gran error al casarse con tu padre y por eso estás tú aquí.

Las gradas se fueron abajo, mientras El Americano se sentaba y reconocía. El aludido era casi albino y más feo que la mordida de un berraco.    

Yoenis Céspedes
Bueno; sigamos con el campeonato. Bayamo llevó una enorme comisión de embullo en cuatro guaguas, que como se sabe, incluye siempre hasta una conga. Ante el desconcierto por la pérdida del campeonato que ellos daban por seguro, un aficionado bayamés, sentado en lo alto de las gradas y a modo de ofensa, pronunció la frase prohibida en Campechuela. Ahí mismo ardió el estadio beisbolero. La riña tumultuaria comenzó en las gradas y rápidamente se extendió al terreno de pelota y saltó al parqueo. Gracias a la intervención inmediata de la policía, se pudo sofocar la reyerta, que concluyó con varios lesionados y una treintena de detenidos.


Fue allí, en aquel sencillo campo de béisbol, donde nuestro Yoenis Céspedes conectó sus primeros jonrones. Pronto los conectará en excelentes estadios, repletos de vallas publicitarias y el público saltará de alegría, pero estoy seguro que La Potencia siempre recordará sus primeros batazos en su querido terreno de Campechuela.


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