13 mayo, 2012

Una joven madre que no pudo disfrutar de sus hijos.

A la memoria de Marlene González Arias.

Fui  con  mi  padre  a  Manzanillo  a  visitar  a un  tío  abuelo.  Segundo González Arias, medio hermano de  abuelo  Monguito,  yacía   enfermo.  Luchaba  contra  una   penosa  enfermedad, aunque desafortunadamente, día a día perdía la batalla.

Marlene y su esposo Angel Tomás.
Al verla allí, sentada en el borde de la cama, junto al anciano padre moribundo; quedé deslumbrado. Era una impactante trigueña, de profunda y alegre mirada. Esbelta, de delicados ademanes y una sonrisa mística. Me besó con candidez en la mejilla. Supe al instante que aquella deidad se llamaba Marlene González Arias y era prima hermana de mi padre. También supe que vivía en La Habana, que tenía 23 años, que trabajaba como aeromoza internacional en Cubana de Aviación, que estaba casada y que tenía dos hijos.


No siento pena alguna reconocerlo. Quedé boquiabierto, hechizado, enamorado. Ajeno al drama familiar, corrí por toda la casa e intenté algunas piruetas para llamar su atención. Yo era entonces, un niño de apenas 10 años. ¿Quién no ha soñado alguna vez con una prima? Desde aquella noche y con cierta frecuencia, ella visitó mis sueños. El tiempo se escurrió y me enamoré de Angélica María, la bella actriz y cantante mexicana y de otras muchas cantantes y actrices famosas y nunca más volví a ver a Marlene.

Sepelio de las víctimas del atentado.
El 7 de octubre de 1976, el barrio La Marina estalló en llanto al confirmarse la fatal noticia: Marlene viajaba en el avión que fue vilmente saboteado frente a las costas de Barbados, el día anterior. Rogué en silencio para que aquello no fuera cierto, para que sólo fuese un chiste pesado de algún jodedor del barrio. Infelizmente, dos días después reconocí sus bellas facciones entre tantas y tantas fotografías de compatriotas y jóvenes de otros países arrebatados por la muerte. Junto a su imagen; la de su esposo Ángel Tomás Rodríguez, miembro también de la tripulación del vuelo CU-455 que aquel imborrable día para todos los cubanos, se precipitó al mar con su preciada carga: 73 víctimas del odio atroz y la cobardía.


Monumento en Barbados.
Marlene no alcanzó a ver crecer a sus pequeños hijos. Nunca llegó a ponerles el uniforme escolar o llevarlos a la escuela. Marlene no les pudo aconsejar en la difícil etapa de la adolescencia. No pudo asistir a sus bodas, ni conoció a sus nietos.

Con esta sencilla crónica deseo homenajear a todas las madres cubanas, donde quiera que se encuentren. Aquellas madres que han tenido la indescriptible dicha de disfrutar de sus hijos y nietos. A todas, les deseo muchas felicidades en el Día de Las Madres. Al mismo tiempo, recordar a aquellas madres, que como Marlene, ya no están entre nosotros en un día tan especial.





                                                              === FIN ===