Uva Caleta |
Los árboles de uva caleta eran los que más abundaban en el
bosque costero que separaba a Campechuela del poblado de Ceiba Hueca. La
muchachada de entonces, nacida en los años sesenta, no conocía otras
uvas que no fuesen aquellas. Nada sabíamos de la moscatel, la merlot y de otras variedades existentes. Bueno, en honor a la verdad, aún no sabemos casi nada de uvas,
pero esa sería otra historia.
El matorral costero se extendía a lo largo de cuatro
kilómetros y aquellos frutos ácidos y morados eran el pretexto para mataperrear
los fines de semana. Partiendo desde el vertedero municipal en pequeños grupos,
la mitad emprendía la marcha por la playa recolectando uvas.
Al regresar de la
excursión, con las manos llenas de racimos, nos congregábamos todos en un
inmenso cocal contiguo al vertedero, donde la mitad de los expedicionarios
había permanecido, trepando los altos cocoteros y tumbando sus ricos frutos.
Sólo recuerdo un accidente: alguien estaba tumbando cocos y uno le cayó encima
a Juan fanega –que era tan desafortunado
como Malvino Fortuna, pero flaco y alto como vara de tumbar gatos-. Cayó al
suelo redondito como un pollo, pero con el agua de coco que le tiramos encima y
el aire que le echamos con un sombrero de yarey, recobró el conocimiento y aquello
no tuvo mayor consecuencia; sólo el chichón que permaneció en el centro de la
mollera, durante varios días.
Fruto verde de uva caleta |
Lo que queda del cocal |
=== FIN ===
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