27 noviembre, 2011

Blanco regresó de Riga.


José Reina Gutiérrez fue el primer joven del barrio La Marina que estudió en el extranjero. Viajó a Riga, la capital de Letonia, por aquella época, una de las Republicas Socialistas Soviéticas. Cuando regresó en 1978, graduado de técnico en equipos de aeronavegación; el barrio entero festejó.

Tocadiscos
Blanco –ese es su apodo- tenía entonces veintidós años y aunque trajo muchos regalos para la familia; lo que más nos deslumbró fueron el tocadiscos y la grabadora de carrete.

Enseguida montó un taller en el rancho del patio, donde arreglaba radios, planchas y equipos electrodomésticos, para ganarse unos pesitos. En el improvisado taller nos reuníamos diariamente un grupo de jóvenes, para escuchar la música que el primo trajo “de afuera”.

Un día Blanco concibió la genial idea de construir e instalar una pequeña emisora. La transmisión inaugural la hicimos llevando un radio al muelle; donde se celebraban las tertulias. Yo fungiría como locutor.

Con un guión preparado; la transmisión sorprendió a los atónitos oyentes.

"Esta es Radio Rabirrubia, la emisora de los pescadores cubanos. Nos informa nuestro corresponsal en Campechuela que el pescador Yarino Hernández acaba de romper el record nacional de captura del macabí. Muchas felicitaciones por el éxito obtenido. En los próximos días; el gobierno municipal le entregará el premio en metálico correspondiente. Y ahora para complacer al nuevo recordista nacional; su canción favorita..."

Radio VEF
Prendimos la grabadora de carrete. El aludido pescador y el resto de los oyentes de la nueva emisora quedaron boquiabiertos. Al día siguiente ya todo el barrio sabía la verdad y cuando Blanco y su comitiva llegaron a la tertulia con el radio VEF, enseguida comentaron los mayores, “llegaron los jodedores otra vez ...”

Los fines de semana, Blanco era invitado especial a las descargas y fiestas del pueblo, pero con él nos colábamos tres pendones. Juanito ingresaba cargando los enormes bafles. Papa Garabato llevaba el maletín con los discos y carretes y el enorme transformador y yo cargaba el tocadiscos y la grabadora.

Grabadora de carrete
Era la mejor música que se escuchaba entonces en las descarguitas. Había grabaciones y discos de Charles Aznavour, Mocedades y Boney M. Teníamos un enorme arsenal de canciones de los Beatles, de José Feliciano, de Julio Iglesias, de Roberto Carlos y de otros cantantes y grupos que por una razón u otra, estaban prohibidos en las emisoras de radio del país.



                                                           === FIN ===

17 noviembre, 2011

La discusión del campeonato de béisbol.

A Yoenis Céspedes (La Potencia) y a todos sus fans de Campechuela.




Sammy Sosa
Sammy Sosa y Mark McGwire no nacieron en Campechuela, ni conectaron en su estadio ninguno de sus publicitados jonrones. Tampoco surgieron en mi tierra Víctor Mesa, Casanova y Kindelán, aunque esas luminarias del béisbol cubano sí jugaron, alguna que otra vez, en su terreno.

En mi pueblo se ha jugado buena pelota -como en toda Cuba, dirá usted- y nuestro equipo está considerado como uno de los mejores de la provincia. No se ría, amigo mío; mi terruño es la cuna de buenos peloteros, desde la lejana época en que Don Emilio Vargas debutó en las primeras series nacionales y poco tiempo después, mi primo Luis Quintín Reina jugó con las Avispas Negras Orientales –las verdaderas avispas-. Desde entonces, muchos campechuelenses se han destacado en nuestro deporte nacional. Basta mencionar al receptor Juan Navarro, el torpedero Osvaldo Avilés, el receptor Carlos Barrabí Leyva, los lanzadores Alfredo Fonseca y Leandro Martínez, los jardineros Pablo, Víctor y Valerio Bejerano, el receptor Carlos Barrabí (hijo) y el jardinero y super slugger Yoenis Céspedes.
  
Victor Mesa
Desde que surgió la provincia Granma en 1976; el campeonato provincial de pelota se estructuró en dos zonas. La del Cauto, en la que sobresalen los equipos de Bayamo y Jiguaní y la zona del Guacanayabo, donde se destacan los equipos de Campechuela y Yara. Cuando concluye el calendario regular se enfrentan los dos primeros de cada zona en busca del título provincial.

En una ocasión; los equipos de Bayamo y Campechuela discutían el campeonato de pelota. Los primeros juegos se efectuaron en el estadio de la capital provincial. Los de la ciudad del himno llegaron con ventaja, pero ya en nuestro patio, nuestro equipo reaccionó –y de que manera- propinando una soberana paliza. Llovieron los hits, las bases robadas y los extrabases.

Recuerdo que en uno de aquellos juegos a grada repleta, el torpedero Osvaldo Avilés cometió un error con hombre en tercera, dos outs y el juego empatado en el séptimo inning. Por supuesto; el corredor entró, aunque en ese mismo capítulo nos fuimos arriba y ganamos por la mínima. Pero bueno, volvamos al momento del error. A mi lado estaba sentado Nando; el barbero, que no se perdía un juego de pelota. Cuando Petróleo Avilés pifió; El Americano se  levantó, se llevó las manos a la cabeza y comenzó a maldecir y a echar flores por la boca. Al escuchar aquello, Nando, con mucha calma se viró y con voz muy suave –impropia de un estadio de pelota cubano- le dijo:

- Americano; no ofendas más. Cualquiera comete un error. Tu madre; una bella mujer, cometió un  gran error al casarse con tu padre y por eso estás tú aquí.

Las gradas se fueron abajo, mientras El Americano se sentaba y reconocía. El aludido era casi albino y más feo que la mordida de un berraco.    

Yoenis Céspedes
Bueno; sigamos con el campeonato. Bayamo llevó una enorme comisión de embullo en cuatro guaguas, que como se sabe, incluye siempre hasta una conga. Ante el desconcierto por la pérdida del campeonato que ellos daban por seguro, un aficionado bayamés, sentado en lo alto de las gradas y a modo de ofensa, pronunció la frase prohibida en Campechuela. Ahí mismo ardió el estadio beisbolero. La riña tumultuaria comenzó en las gradas y rápidamente se extendió al terreno de pelota y saltó al parqueo. Gracias a la intervención inmediata de la policía, se pudo sofocar la reyerta, que concluyó con varios lesionados y una treintena de detenidos.


Fue allí, en aquel sencillo campo de béisbol, donde nuestro Yoenis Céspedes conectó sus primeros jonrones. Pronto los conectará en excelentes estadios, repletos de vallas publicitarias y el público saltará de alegría, pero estoy seguro que La Potencia siempre recordará sus primeros batazos en su querido terreno de Campechuela.


05 noviembre, 2011

El empleado que yo necesito.

A mi amigo Ramón Sosa.

Mongui y Joan
Hoy les contaré de una persona especial. Nos conocimo a través de un amigo común, allá por el año 1994, cuando yo era subdirector de Logística en ITH-Abatur, en Ciego de Avila y él era el administrador del Club nocturno El Colonial, en Pina. Ramón Sosa Posada – conocido por todos como Mongui- es una persona que reboza de optimismo y alegría; un tipo jaranero, en fin, el típico jodedor cubano. Para él no existen momentos difíciles, al instante los convierte en mágicos y felices.

A lo largo de más de quince años, Mongui me ha demostrado una verdadera y sincera amistad. Puedo escribir un libro con las anécdotas y ocurrencias de Mongui, pero sólo les contaré ésta, que ilustra cabalmente su carácter.

Corría el año 1996 y el período especial nos hacía la vida insoportable: apagones, nada que llevar a la mesa, sin transporte, sin trabajo. Una época sumamente difícil para la mayoría de los cubanos. Yo, afortunadamente, trabajaba en Cubanacán y tenía algunos privilegios: estímulo en divisas, una bolsa de aseo y alimentos, ropa, calzado, buena alimentación.

Rubén Valdés Expósito
Rubén Valdés, padre de Rubén Valdés Expósito -segunda base en el equipo de béisbol de Ciego de Avila-, era mi vecino por aquella época. No tenía trabajo y debía mantener a la familia. Habló conmigo y yo conversé con Mongui, que a la sazón era el administrador del hotel de Pina, para conseguirle un trabajo al desesperado padre de familia. Mongui me llamó dos días después y me dijo que el hombre debía verlo al siguiente día. Así ocurrió; bien temprano, Rubén viajó a Pina y al llegar al hotel, solicitó ver al administrador. Lo hicieron pasar a su oficina. Después del saludo de rigor, Mongui le disparó a boca de jarro:

Mongui y su familia
- Socio, yo tengo disponible pa' tí, ahora mismo, la plaza de almacenero, pero déjame hacerte una pregunta. ¿Tú sabes desviar recursos del Estado?

- No, no, no... Yo soy un hombre serio, honrado, responsable, militante del Partido. 


Respondió Rubén.

- ¡Oh! Entonces lo siento mucho, pero tú no eres el empleado que yo necesito. Yo necesito un almacenero que sepa desviar recursos del Estado y que las auditorías y fiscalías no lo cojan.

Rubén quedó atónito ante semejante respuesta.

Por supuesto, Mongui lo empleó como almacenero y trabajó allí por más de un año. Esa fue sólo una más, de las tantas jaranas de Mongui.


                                                                === FIN ===