Valentín |
Félix Rodríguez nació en Tarragona, España, allá por
el año 1878. Era de una familia muy pobre; por ello se alistó en el ejército en
cuanto cumplió los dieciocho, para venir a la guerra de Cuba, ganarse unas
cuantas pesetas y así salir de aquella miseria en la que vivían. Desembarcó por
el puerto de Manzanillo a finales de 1896; en el momento más difícil de aquella
guerra; cuando Valeriano Weyler diezmaba a la población cubana con la
reconcentración.
En cuanto el astuto soldado catalán llegó al cuartel,
sobornó al oficial de cuadras, para que lo ubicase como mozo y sacarle así, el
cuerpo a los combates. El ejército español estaba eufórico por aquellos días,
pues apenas una semana antes, una poderosa columna al mando del Comandante Francisco Cirujeda había dado muerte al General Antonio Maceo. Fue un trágico suceso en
la historia de Cuba. El campamento fue sorprendido por la columna española. Las
balas de máuser rechinaban en los troncos de los árboles. En medio de la
confusión y la balacera, Maceo se levantó de la hamaca, ordenó que le
ensillasen el caballo. Revisó la cincha. Montó y pidió un corneta. A esa hora
ya no había ninguno en el campamento. Desenvainó el machete y se lanzó al
combate. La infantería española se había parapetado detrás de una cerca de
piedras. Al rato, el combate se había estabilizado y Maceo podía haber ordenado
la retirada ordenada, pero esa no era una alternativa en él. Decidió desalojar
al ejército español y comenzó una maniobra de rodeo para atacarlos por la
retaguardia. Al encontrar en su camino una cerca de alambre, ordenó cortarla de
inmediato, justo en el momento en que una bala de máuser le desbarató el
maxilar inferior derecho. Cayó del caballo, abrió los ojos desmesuradamente y
murió al instante. Pero, bueno, ¿qué rayos
hago yo contando esto ahora? Eso está en los libros de historia, el que quiera saber los detalles, que lea. Discúlpenme, que me fui del tema.
Francisca Arias vivía cerca del cuartel. Era una trigueña
de diecisiete años que le trastornó la mente al soldado catalán, desde el mismo
día que la conoció. El noviazgo no fue aceptado por la abuela de la joven:
- ¿Cómo es posible
que te enamores de un gallego con peste a sicote? Los mismos que mataron a tu
padre y los causantes de la locura y de la muerte de tu santa madre; que en gloria
esté.
Dos independentistas de Manzanillo convencieron a la
anciana:
- Mire, doña; el amor es un sentimiento puro, que está por encima de la política, de rivalidades y de nacionalidades.
Fueron los mismos personajes que se aprovecharon de aquella
relación y lograron que el soldado catalán colaborara en la fuga de tres detenidos y brindara información valiosa a las fuerzas del General Manuel de Jesús Calvar.
Luego de la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana, la fría noche del 15 de febrero de
1898, el gobierno norteamericano culpó inmediatamente al español y el 19 de
abril del propio año, el Congreso emitió una resolución que reconocía la
independencia de Cuba e instaba a España a abandonar la isla. Al día siguiente,
la resolución fue aprobada por el presidente William McKinley.
En julio comenzó el sangriento combate de Santiago de
Cuba. De un lado, el ejército insurrecto y el estadounidense, dirigido por el General William Rufus Shafter y del otro; el ejército colonial español. Tres
días después de iniciados los combates, fue aniquilada en la misma entrada de la
bahía santiaguera, la escuadra del Almirante Pascual Cervera y dos semanas más
tardes; la ciudad se rindió, sellándose así la derrota española en Cuba.
Tras ardua negociación, el gobierno español firmó el
Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898, mediante el cual reconoció la
independencia de Cuba, le cedió a los Estados Unidos, las islas de Puerto Rico
y Guam y le vendió las islas Filipinas por veinte millones de dólares.
Cuando en la noche buena de aquel mismo año las tropas
españolas se alistaban para regresar a su patria, Félix Rodríguez aprovechó la
confusión y desertó, llevándose a su novia cubana. Vivieron dos años en
Camagüey, en casa de un paisano suyo y regresaron al pueblo cuando ya Panchita
Arias estaba embarazada de la mayor de los siete hijos que tuvo la pareja.
=== FIN ===
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