A la memoria de Leoncio Gutiérrez Arias, maestro de pescadores.
Cuba es un archipiélago con más de cuatro mil islas y cayos y mucho antes de que los conquistadores llegaran a estas tierras, ya nuestros aborígenes utilizaban canoas para viajar entre las islas y para pescar. Desde aquellos lejanos tiempos, la pesca ha sido una de las principales fuentes de alimentación de tantas generaciones que hemos poblado esta parte del planeta.
Cuba es un archipiélago con más de cuatro mil islas y cayos y mucho antes de que los conquistadores llegaran a estas tierras, ya nuestros aborígenes utilizaban canoas para viajar entre las islas y para pescar. Desde aquellos lejanos tiempos, la pesca ha sido una de las principales fuentes de alimentación de tantas generaciones que hemos poblado esta parte del planeta.
En nuestras ensenadas y golfos han tirado el
cordel escritores como Ernest Hemingway
y Gabriel García Márquez y estadistas como Carlos Salinas de Gortari y el Emir de Qatar.
No dudo que existan excelentes pescadores a lo largo de
nuestro país, pero ninguno como él. A duras penas alcanzó el sexto grado, aunque
leía con avidez todo lo que caía en sus manos y poseía una inteligencia
natural. Con sólo echarle un vistazo a las estrellas, el empírico meteorólogo era
capaz de elaborar un pronóstico del tiempo, predecir la velocidad y dirección del
viento, presagiar las mareas y profetizar sobre la pesca del siguiente día, en
la época en que el licenciado José Rubiera ni soñaba con salir en la televisión.
Algunos incrédulos, por hacer caso omiso a sus pronósticos,
pasaron más de un sofocón en alta mar.
Cuando en las tertulias del muelle, vaticinaba que el día
siguiente sería espléndido para matar pargos en el canal; los que pescaban en aquel
lugar, regresaban con el cayuco repleto de pargos criollos. Si aconsejaba pescar
al curricán frente a Cayo Blanco; los que seguían su consejo, regresaban con cajas
de sierras y serruchos.
Si profetizaba que soplaría un viento del sudeste y que no
era bueno salir a pescar; él no salía al mar al siguiente día y los que se
aventuraban a hacerlo, regresaban con la espalda achicharrada por el sol y
pírricos trofeos.
Javier Sotomayor |
El 27 de julio de 1993, el Príncipe de las Alturas; Javier Sotomayor, implantó un fenomenal record del mundo en salto alto. Su espigado
cuerpo sobrepasó los 2.45
metros y desde entonces, esa marca no ha podido ser
superada por ningún atleta. Salvando las distancias; aquel hombre implantaba
record de pesca diariamente. Si regresaba con treinta cuberas; ese día otros
pescadores podían llegar con veintinueve piezas, pero con treinta; ninguno. Si
al regresar de la faena mostraba veinte jureles; esa era la cifra máxima que un
pescador capturaba ese día.
Él era también, el más importante constructor de cayucos
del pueblo y un experto tejedor de tarrayas y chinchorros. En una semana tejía
una tarraya de once pies de largo con boquilla, brioles y plomos.
Abadía de Westminster |
Aunque nunca se lo propuso, dada su humildad y modestia y
a pesar de que yo no soy el arzobispo de Canterbury, ni en La Marina existe
una abadía como la de Westminster; estoy seguro que los campechuelenses votarán unánimemente para que Leoncio Gutiérrez sea coronado póstumamente como
El Rey de los Pescadores de Campechuela.
=== FIN ===
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