Pedazos del malecón y del muelle |
Cuando en 1979 se inauguró la Terminal de Embarque de azúcar
a granel de Ceiba Hueca, el muelle y nuestra tertulia de La Marina cayeron en
desgracia. A partir de entonces, el azúcar que se produciría en todos los centrales azucareros
de la provincia, sería transportada en camiones tolva hacia la terminal de Ceiba Hueca y desde allí; a las bodegas de los barcos mercantes.
El muelle de mi barrio desapareció en apenas dos meses. Las
traviesas, tablones y pilotes fueron a parar a los fogones del vecindario y ese fue el fin de nuestras tertulias, pues no pueden crecer los oradores donde no hay tribuna. Una noche se esfumaron también los rieles y polines del ferrocarril de la calle Progreso y
nadie supo adonde fueron a parar.
No queda nada del muro del maelcón |
Fue entonces que a un entusiasta funcionario del Poder Popular Municipal
se le ocurrió una genial idea: Convertir la desolada calle Progreso en una moderna avenida, con parterres y farolas, que nacería en la puerta del central Francisco Castro Ceruto y llegaría hasta la calle Juan Castellá, justo a orillas del mar. El pequeño malecón de Campechuela se ampliaría hacia ambos lados, llegando por un lado, hasta la Avenida Progreso y por el otro, hasta El Merendero. ¡Fantástica iniciativa!
La idea de aquel funcionario parecía sacada del infinito arsenal
de brillantes ideas de nuestro gran campeón José Raúl Capablanca. El concepto prendió rápidamente en el pueblo y nos alegramos de
la solución propuesta. Se concibieron los
proyectos y se discutió el presupuesto a diferentes instancias del gobierno. El
plan marchaba viento en popa y a toda vela.
La tarja con frase de Martí. Una ironía |
De repente, apenas descargaron unos pocos camiones de rocoso y
se perfiló la calle con una moto niveladora, la construcción de la avenida Progreso y la
ampliación del malecón cayeron en una especie de letargo, de hibernación. Han pasado treinta años y aún
permanecen así, esperando el momento propicio para emerger a la vida. Las olas y el tiempo han dado muerte a nuestro inolvidable malecón, aquel bello sitio donde crecían frondosos almendros, donde tantas veces noviamos, conversamos sobre nuestro futuro y donde irónicamente una frase de José Martí reza en una tarja: "Hombres haga, quien quiera pueblos."
Desde entonces; cuando los que vivimos fuera del
terruño conversamos con los familiares que aún viven allá, después de ponernos al día con la familia y de los
chismes del barrio, hacemos las mismas preguntas:
- ¿Han hecho algo en el malecón?
- Por fin; ¿iniciaron la construcción de la avenida?
¡Qué ilusos somos!
=== FIN ===
Quiero agradecer a los administradores de Campla en Fotos, por la muestra fotografica, de la que he tomado varias, para insertar en mi blog personal. Muchas gracias por el hermoso trabajo que hacen para mantenernos a los campechuelenses en el exterior informados de nuestro terruño.
ResponderEliminarRamon, solo los ilusos son los que creen en un sistema que es todo un fracaso y han hecho de un pueblo la verguenza del mundo, se acabo todo en Cuba hermano, no hay por donde darles un bravo a los que no han sabido mas que llenar una tierra de consignas y de hambre.
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