Debo reconocerlo, aquello fue
amor a primera vista. Corría el año 2004. Hacía varios meses que había tomado
la decisión de cambiar el look en mi
cuarenta cumpleaños y la buscaba afanosamente. Para mi fortuna, la vi en una
tienda de ventas en divisas, en Varadero, donde vacacionaba.
Ni siquiera me detuve a
contemplar sus detalles, su característica figura. Simplemente la tomé, pagué por
ella y desde aquel día, siempre hizo su trabajo eficientemente, semana tras
semana, aunque a lo largo de estos diez años, perdió algunos dientes, fue
necesario componerla varias veces y hacerle alguna que otra adaptación. Ella me
ha acompañado, desde entonces, a todos lados. Viajó conmigo a Canadá, cruzó Rainbow Bridge, se asentó conmigo en
Tampa y luego tomó carretera junto a mí, hasta New Jersey.
Cada semana le costaba más
trabajo realizar su faena y no niego que aún después del tiempo transcurrido,
la seguía amando; pero la vida es dialéctica y está en constante cambio y
desarrollo. Después de mucho meditarlo, por fin hoy he comprado a su sustituta:
una Remington de acero inoxidable, de
tres velocidades, peines ajustables, de plástico flexible, en fin, la última
tecnología en máquinas de pelar y la vieja Sunbeam
ha ido a parar al depósito de la basura y pronto será desbaratada y reciclada.
La vieja Sunbeam ha concluido su ciclo de vida. === FIN === |