Esta no es la crónica de la Cachita que está alborotá y ahora baila el cha cha chá... Mi Cachita nada tenía que ver con aquella.
El aula de aquella maestra eran un ejemplo de asistencia y disciplina. Si algún alumno no acudía a la clase, ella visitaba su casa inmediatamente para conocer el motivo de
Salí una mañana hacia la escuela, pero cambié mi ruta y
me fui a jugar pelota al terrenito del barrio. Me quité a escondidas el
uniforme escolar en casa de mis abuelos paternos y me puse un pantalón viejo
que para esos fines escondía en el falso techo de la cocina.
- Arriba Cheché; pitchea.
No terminé la frase. Un tremendo golpe en las pantorrillas me
hizo dar un brinco hacia delante e instintivamente mirar hacia atrás. Era la maestra Cachita. Con una enorme regla de madera en sus
manos, me dijo sin inmutarse:
- Arriba Juan Ramón; derechito
para la escuela.
Barrio La Marina, Campechuela. |
Carlos Bernal; Caloba,
era un joven corpulento y risueño al que no le gustaba la escuela. Un día cometió el gravísimo error de bañarse en el mar en
horario escolar. Cuando la maestra fue a su vivienda aquella misma mañana para
conocer el motivo de su ausencia a clases; no lo encontró allí y salió a
buscarlo. Lo localizó cerca del muelle. Caloba no quería salir del agua. Cachita; parada en la playa, lo
conminaba. El espectáculo duró sólo unos minutos. La educadora perdió la
paciencia y ante el asombro de los presentes, entró al agua y lo agarró por un
brazo. Cuando llegaron a la orilla, le sonó un par de reglazos por la región
glútea y ambos, discípulo y maestra, salieron corriendo, totalmente mojados,
hacia la escuela.
Para Cachita lo
más importante era la asistencia y el aprendizaje de los alumnos. Aunque sus
métodos no eran nada ortodoxos, no recuerdo que algún padre se quejara de su
proceder; por el contrario, todos apoyaban su rectitud.
La única vez que pude pasarle gato por liebre a Cachita, fue la mañana que me coloqué
una abeja en un pómulo. El aguijonazo me ardió bastante y al rato tenía la cara
completamente hinchada y mis ojos; más cerrados que los de un coreano. Estuve
dos días sin asistir al colegio, por prescripción médica.
En aquella humilde escuela del barrio, la negra
maestra Caridad Causa –que ese era su nombre- trabajó por más de treinta y cinco años,
hasta que se jubiló.
=== FIN ===
=== FIN ===
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